Desarme, interés mundial siempre descuidado

Desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial en el año l945, y luego, desde la conformación de Naciones Unidas en l948, a raíz de la vocación armamentista surgida en los países ricos y desarrollados por la fabricación y perfeccionamiento de armas cada vez más mortales y muy especialmente por el perfeccionamiento de la bomba atómica y su transformación en bomba de hidrógeno, hubo una especie de “preocupación” en las llamadas “grandes potencias” para llegar a acuerdos que permitan el desarme de los países poseedores de armas nucleares y de aquellas que hayan adquirido mayor contundencia .

La intención --hecha clamor en algún momento en el seno de Naciones Unidas-- se repitió muchas veces y al término de cada reunión de los “grandes” solo quedaba impreso en la agenda como tema tratado, pero sin decir algo sobre posibles conclusiones. Así, de tanto en tanto, las grandes potencias y, además, grandes fabricantes de armas y poseedoras de ciencia y tecnología para perfeccionarlas y hacerlas más contundentes y efectivas para matar, “quedaron contentas solamente con la simple declaración y el aditamento: en pos de una paz permanente”.

Con el correr del tiempo, surgieron nuevos conflictos y guerras que costaron millones de vidas a la humanidad, mayor dolor y sufrimiento a millones de seres humanos, más muertes de niños, más hambre y enfermedades que siegan vidas por doquier y desavenencias y contratiempos entre países que dicen no encontrar las condiciones precisas para una paz permanente por las “intransigencias” de unos y otros.

¿Qué pretenden los grandes en armamentismo y pequeños en sentimientos para cuidar la vida de la raza humana? ¿Qué esperan conseguir con el sembradío de más de seis mil ojivas nucleares dispersas por aire, mar y tierra? ¿Están conscientes de que tan solo con el cinco por ciento de esas ojivas podrían hacer explotar al planeta Tierra? ¿De cuánta más soberbia y petulancia deben revestirse para renunciar a sus ambiciones guerristas y ansias por liquidar a millones de personas?

¿Podrían reunirse en una “cumbre” y restar un l0% a los presupuestos destinados a fabricar armas y destinarlo a proyectos para combatir a la pobreza y suprimir el hambre, enfermedades y males de todo género que tanto daño causan a todos los países, incluidos los de ustedes? Ahora, dada la nueva situación por la presencia a nivel mundial del coronavirus, todo ha cambiado y no cuentan armamentistas ni guerristas ni influencias o poderes de ninguna clase, ¿aceptarían los “grandes” ser valientes, honestos, honrados y responsables de aceptar ese mínimo “sacrificio” de transferir ese l0% mencionado y responder a su condición de seres humanos con sentimientos y conciencia?