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Experta identifica tres desafíos para reactivar economía a corto plazo



La obtención de recursos, disminuir el impacto de la pandemia en los sectores más pobres y controlar la economía para que el déficit fiscal no llegue a transformarse en una crisis financiera, son los tres desafíos que identifica la experta economista Fernanda Wanderley para reactivar la economía en Bolivia a corto plazo, tras la pandemia de la Covid-19.

La propuesta de “reactivación económica” fue planteada en el curso “Bolivia Debate: Ocho temas que todo periodista debe conocer”, capacitación que está dirigida a periodistas y que es organizado por el Instituto Socioambiental Bolivia, el Instituto de Investigaciones Socioeconómicas (IISEC) de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, la Fundación Jubileo y la Plataforma Digital “La Pública”, así como las instituciones impulsoras del Programa de Información Electoral “8 Proponen”. De este primer encuentro participaron al menos 50 periodistas de distintos medios de prensa escritos, radiales, televisivos y digitales.

La crisis económica, en el contexto de la pandemia, provocarán el decrecimiento económico de Bolivia en 5,9 % según el Banco Mundial y 6,2 % según el Ministerio de Finanzas Públicas y el Banco Central de Bolivia.

Sectores como la minería, la construcción y el transporte experimentaron pérdidas de casi 20 %; la industria manufacturera (excepto la industria de alimentos) cayó en 15 %; el sector de servicios (hoteles, restaurantes) cayó 6,72 %. En similar línea se prevé que el desempleo escale hasta el 12 %.

Según el documento de trabajo elaborado para el proyecto “8 Proponen”, por Wanderley y Juan Antonio Morales, la reconstrucción de la economía nacional, aún con el objetivo de recuperar los niveles del PIB de antes de la pandemia, requerirá más recursos financieros de los que puedan provenir del ahorro nacional, lo que en cifras supone 6.000 millones de dólares.

Aunque la cifra se quedó corta, ya que el anterior ministro de Economía y Finanzas, Branko Marinkovic, señaló que por lo menos sería 7.000 millones de dólares, pero el sector privado sostiene que está entre 8.000 a 10.000 millones.

“Tenemos un gran problema, así como en los países vecinos, que es de un decrecimiento económico importante (…). La reactivación económica requiere del control de la pandemia. Los desafíos están en pensar cómo reactivamos la economía con medidas de corto plazo, pero de manera inteligente enfrentando los desafíos estructurales que tenemos”, manifestó.

Para conseguir los 6.000 millones de dólares se plantea trabajar una renegociación de la deuda externa posponiendo su servicio (amortización + intereses) por un par de años, lo que liberaría 800 millones anuales.

Sin embargo, ello no bastaría y se requiere acceder a recursos frescos. También se sugiere no descartar fondos que podrían venir bajo la forma de Inversión Directa Extranjera. Se tiene que mejorar el ambiente para atraer inversión de calidad.

Respecto al déficit fiscal, el compendio sugiere que, en un tiempo razonable, éste tendrá que reducirse, bajando los gastos y aumentando los ingresos. Mientras se pueda conseguir financiamiento, preferiblemente externo, con tasas de interés bajas, y si la economía retoma su crecimiento, la deuda pública será sostenible sin mayor aumento de impuestos ni reducción de gastos. El esfuerzo fiscal se puede distribuir en varios años y los ajustes no tendrán que ser bruscos. El país tiene espacio para endeudarse.

“El primer gran desafío es que necesitamos recursos económicos para esta reactivación económica y hay una presión fiscal muy alta (…). El déficit fiscal según algunos especialistas como Juan Antonio Morales ahora no debería ser nuestra preocupación principal. Es decir, necesitamos gastar para controlar la pandemia y disminuir el impacto de ésta en la pobreza. Lo que tenemos que hacer es tener un plan para recaudar los recursos necesarios, gastar hasta controlar la pandemia para que ese déficit no llegue a transformarse en una crisis financiera”, reflexionó respecto a los otros puntos Wanderley.

Wanderley hizo un diagnóstico estructural de cómo es la economía boliviana y cómo las soluciones a corto plazo para hacer frente a la pandemia pueden ayudar a reestructurarla nuevamente.

En ese contexto, afirmó que la crisis ambiental mundial está poniendo en riesgo la supervivencia del planeta y humana debido a las actividades económicas.

Esta crisis ecológica está relacionada con la crisis social, por lo que se identifica una crisis multidimensional global por este modelo de desarrollo fundado en la explotación de recursos, elevadas emisiones, exceso de consumismo y ausencia de justicia redistributiva (injusticia social). Como respuesta a esta crisis surge como paradigma un nuevo patrón de producción de desarrollo sostenible.

Bolivia en los últimos años ha sufrido el agotamiento de su modelo primario exportador pues hubo una caída de las exportaciones tradicionales desde 2015 que generó la disminución de la producción de gas natural y de las reservas de gas; la disminución de la producción de minerales y la baja explotación minera; y la paralización del proyecto minero del mutún.

Como un elemento de salida a la crisis, se ve a la explotación del litio siempre y cuando se superen factores negativos como la baja capacidad y experiencia para la producción del carbono de litio, con miras a lograr una industria y superar la exportación de materia prima sin valor agregado.

 
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