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[Armando Mariaca]

Importancia de las leyes, la libertad y las autoridades


Muchas veces, por el tránsito obligado de los acontecimientos, se olvidan principios que deben rememorarse y practicarse permanentemente dentro del marco de libertades en que, felizmente, nos desenvolvemos: cumplimiento estricto de la Constitución y las leyes y no olvidar lo que es y significa la autoridad, cuya misión responsable en la vida tiene que ser cumplida con premura, honestidad y alto sentido de responsabilidad. La libertad es bien que genera virtudes que hacen el bienestar, determina comportamientos, permite formular reglas o normas, utiliza la conciencia humana para un obrar consecuente con lo que requiere el hombre para gozar de todas las libertades en marcos de honradez, honestidad y responsabilidad. Gracias a la libertad el hombre puede pensar, opinar, discrepar, sentir y obrar en marcos que tengan como finalidad obrar bien. Las leyes son valores que permiten al ser humano sentir y amar a la sociedad en que vive, respetarla y fortalecerla para hacerla más perfecta y acorde con las urgencias y necesidades del ser humano. Sin leyes el conjunto de la sociedad no funciona, no marcha, es como un tren sin rieles o como un océano sin agua. La autoridad es guardián de las libertades y su fiel cumplimiento por parte de la colectividad que, a su vez, todo hombre debe respetar y obedecer puesto que ha sido elegida por el voto de los componentes de esa sociedad. Por ello, toda autoridad debe gozar de libertad en los ámbitos de las leyes y las limitaciones de los principios morales que han sido básicos para la formulación de esas leyes y para la vigencia plena de las libertades consagradas por la Constitución.

Es conforme al reconocimiento de las verdades indicadas que la sociedad funciona; de otro modo, la convivencia entre ciudadanos no tendría asidero de ninguna clase para ser efectiva, cordial, honesta y responsable; de otro modo, no funciona y se corre el peligro de convertir a los hombres en lobos, según un antiguo refrán latino: “homo homini lupus”. Es importante que el pueblo comprenda que cuando los ciudadanos eligen a un gobierno quiere decir que en él depositan su confianza; la confianza va desde el ciudadano al gobierno y desde el gobierno al ciudadano. Cuando la confianza se pierde, la sociedad se convierte en caos y el caos no es el medio o sistema para que un país y sus componentes logren tener prosperidad y bienestar. Por todo ello, el sacrificio, la austeridad y la responsabilidad no tienen que ser retórica para unos y vivencia diaria para otros; así, no se puede amar a la patria, a no ser que uno quiera vivir marginado de deberes y responsabilidades bajo el entendido de que la democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo, pero no ruina del pueblo por el pueblo. La libertad, pues, tiene que ser un valor que coexista con otros; para valorizar la libertad hay que saber discernir lo que conduce al bien de todos de lo que puede hacer que unos se estén estrellando contra otros. No se es libre para pisotear a otros, se es libre para vivir con otros y para otros. Es preciso tener conciencia de que la autoridad tiene dos facetas: la legal y la moral. La legal la otorga la ley y la moral se adquiere por la vida y con la vida. La sociedad o colectividad que compone un país es una familia integrada por muchos miembros que cuando los tiempos se hacen difíciles y los problemas acucian severa y seriamente, todos tienen que luchar para construir y no para destruir y agravar lo que ocurre. No hay ningún estado o país que no reconsidere sus diversas opciones y cuando ve que unos contribuyen a las soluciones y evitan agrandar los conflictos, como parecen buscar los que promueven huelgas, descontentos y buscan ampliar los conflictos sin dejar que las autoridades cumplan su trabajo y ponga orden en las situaciones, lo que correspondería es que todos se pregunten a dónde se quiere llegar, qué es lo que se busca promoviendo anarquías y descontentos. Gobierno y pueblo deben sopesar lo que se quiere y buscar soluciones porque conflicto sin solución es ampliar fronteras de lo malo y es conducir un vehículo sin frenos hasta caer a un precipicio.

Libertades, leyes y autoridades tienen que actuar juntas, separadas van por mal camino, y es la autoridad la encargada de evitar más desgracias y accidentes; por ello, debe regular sus acciones, no dejar que todo transcurra hasta mejor oportunidad que, con seguridad, nunca llegará. Autoridad que deja todo para después, siempre recoge espinos y no rosas. La autoridad tiene que saber qué quiere, qué busca, qué remedios aplicará en caso de nuevos conflictos, debe tener seguridad para soluciones que llegan complicadas o nunca llegan.

La autoridad debe saber utilizar la libertad que la ley le otorga, entender que tiene autoridad por decisión de otros y su cargo no es concesión o regalo gratuitos de nadie; debe comprender que las leyes no debe interpretarlas y aplicarlas de acuerdo con caprichos sino dentro del espíritu que tienen y que han sido aprobadas y puestas en vigencia para beneficio del pueblo y no para complacer caprichos de una burocracia muchas veces insensible y arbitraria.

 
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Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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