Serenidad y unidad para superar toda crisis

Cuando las dificultades arrecian y no son encontrados los medios inmediatos que hagan factibles las soluciones, lo que corresponde es que el gobierno conjuntamente las instituciones mantengan la serenidad, el tino y la prudencia como factores de unidad para estudiar lo que más convenga, en interés general del país; no caben las discrepancias y las posiciones intransigentes de quienes querrían que el gobierno, por el poder constitucional que tiene, dé rápidamente soluciones a las dificultades y las crisis sean resueltas en forma casi inmediata. Esta es la realidad que el gobierno, desde el mismo instante en que se hizo cargo del manejo de la nación, habría encontrado y por mayor experiencia que se tenga por todo lo pasado, no es posible encarar con la premura requerida.

Quienes se encuentran en el llano de la política, posiblemente querrían que las autoridades actúen prontamente; pero, pierden totalmente el curso de sus aspiraciones si estudian y toman conciencia de la realidad que se debe enfrentar: problemas económico financieros, exigencias por angustias sociales, crisis de mucho tiempo no superadas y que en muchos casos esperaban que nuevas autoridades las encaren, carencia de medios financieros para atender lo más urgente y necesario, exigencias y pedidos que reclaman soluciones inmediatas, incapacidad de las autoridades para contar con soluciones sin haber estudiado siquiera someramente lo planteado por las partes que exigen remedios casi imposibles de encontrar. En fin, las exigencias y posiciones intransigentes no dejan espacio para el examen y estudio de lo posible por hacer, especialmente cuando se trata de dar soluciones para problemas con larga data y que no fueron remediados en su momento por carencia de medios y posibilidades.

Las autoridades encargadas de estudiar y encontrar soluciones tienen que dialogar con las partes demandantes, demostrarles realidades, señalando las posibilidades de solución y, en márgenes de armonía y comprensión, buscar y hallar lo que más convenga y que sea lo factible en resultados y no perjudiquen o compliquen lo avanzado en cuestiones similares que requieran remedios inmediatos o mediatos. Sin armonía que concuerde con los intereses de las partes, no puede haber solución a lo planteado y menos dejar despejados los caminos para encarar soluciones racionales a cualesquiera otros casos que se presentaren y que, a su vez, signifiquen experiencias y ejemplos para el futuro.

La búsqueda de remedios para cualquier problema crítico tiene que empezar por un clima de cordialidad y armonía que haga posible los entendimientos en el examen y solución de lo planteado y que, además, deje despejados los espacios para encontrar cambios, remedios o soluciones a situaciones planteadas y que, por diversas causas han sido postergadas en su tratamiento. En todo caso, son las autoridades, por el mismo poder que tienen legalmente, las que deben plantear los hechos en planos de cordialidad y respeto, sin imposiciones que solo agrandarían los problemas, sin dejar paso a entendimientos. Las experiencias señalan que actitudes prepotentes e impositivas de la autoridad, perjudican todo diálogo y entendimiento, agravando los problemas y aislando o anulando toda posibilidad de solucionar lo que con muchas dificultades había sufrido muchas postergaciones que, más prontamente, agravan situaciones.