En todas las regiones urbanas y rurales del país la población va expresando serias preocupaciones por la amenazante sequía que ya dura varios meses y parece que podría prolongarse en el mes de diciembre, con catastróficas consecuencias para millones de personas.
Pese a que los indicios de sequía ya se presentaron a mediados de junio, cuando debieron realizarse las nevadas de la temporada, las autoridades no dan muestras de interés en el asunto, seguramente debido a sus profundas preocupaciones políticas y recargadas labores burocráticas. En particular, el Ministerio de Agricultura, tanto en la gestión anterior como la actual, que es el encargado de este asunto, no ha dicho esta boca es mía y, más bien, está dedicado a problemas agropecuarios de mínima cuantía.
El descuido en la atención a esta grave falta de agua se parece, en el presente, al mismo poco interés que mostraron tres años atrás las autoridades encargadas de velar por la alimentación y salud del pueblo. En efecto, pese a las informaciones de que se estaba produciendo la escasez de lluvias, permanecieron luciendo una pasmosa indiferencia, la misma que no puso ser ocultada porque ciudades y campos dejaron de tener el líquido vital.
Cuando ya era tarde y cuando en el lenguaje campesino se dice “al burro muerto tranca al corral”, los organismos burocráticos reaccionaron tardíamente, lo que obligó al gobierno al racionamiento del recurso para las poblaciones urbanas, de tal forma que pueda enfrentar la crisis para evitar efectos más agudos entre la ciudadanía.
Se debe recordar que este proceso de escasez de agua empezó a producirse hace seis meses, cuando dejaron de producirse las nevadas de invierno, fenómeno meteorológico que se fue agudizando porque no se previó lo que se aproximaba debido a la pandemia, los problemas que trajo consigo la gestión electoral y la inopia de los funcionarios públicos en cuanto se refiere a la atención a la seguridad alimentaria de la población.
En todo caso, al presente, cuando se observa un vacío de gestión administrativa en las altas esferas del poder e inclusive se extraña la presencia del presidente Luis Arce Catacora, que asiste puntualmente a conversaciones partidarias, se puede decir que, pese a que ya es tarde, se debe adoptar las medidas de rigor para que la sequía no sea peor que la pandemia del virus chino.
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