José Luis Díaz Quispe
Las siguientes semanas marcan el inicio del año escolar. Encontrar un equilibrio entre el aprendizaje y la seguridad es un desafío. Algunos países están comenzando el año escolar basándose únicamente en el aprendizaje a distancia; o utilizándolo como complemento del aprendizaje presencial. Otros países han anunciado el uso exclusivo del aprendizaje en línea para el primer semestre de 2021.
La decisión de reabrir escuelas es muy compleja, a menudo hace que la administración escolar, los padres y los maestros se vean envueltos en debates sobre oportunidades perdidas y manejo de riesgos. La salud de los niños y de la comunidad también se ha convertido en un tema fundamental en el debate, junto con las consecuencias a largo plazo sobre la salud y el bienestar de niños y niñas, las pérdidas de aprendizaje, y la exacerbación de las desigualdades que afectan a los estudiantes más vulnerables y desfavorecidos. Las consultas con docentes, padres, estudiantes y comunidades también son importantes para garantizar que la decisión sea adecuada al contexto y esté adaptada a las preocupaciones y sugerencias de los actores clave.
Como medida para mitigar el impacto del cierre de escuelas en el aprendizaje y para apoyar a la población estudiantil, más de 160 países se trasladaron a algún tipo de aprendizaje a distancia desde marzo de 2020. Muchos de ellos planean continuar con él de manera exclusiva o utilizarlo como medida complementaria para apoyar clases más pequeñas y la menor presencia física en las aulas. Sin embargo, como ha quedado claro a lo largo de esta experiencia humana global, el aprendizaje remoto plantea muchos desafíos en la implementación, la medición de su efectividad y en llegar a los niños desfavorecidos.
No es sorpresivo que abunden las inequidades en el acceso. Para abordar estas brechas, muchos países han optado por enfoques multimodales que incluyen el uso de alta tecnología, baja tecnología y/o difusión tradicional en papel. Para aumentar la accesibilidad, algunos gobiernos están distribuyendo dispositivos digitales y mejorando las opciones de conectividad. Por ejemplo, la distribución de tarjetas SIM a estudiantes de bajos ingresos para que puedan tener acceso gratuito a Internet, o la introducción de plataformas virtuales gratuitas y recursos educativos a distancia para estudiantes y profesores.
La seguridad de los niños/as, como la de los docentes y el personal escolar. Para ello es importante determinar cuántos de ellos pueden tener condiciones que los ponen en mayor riesgo de enfermedad grave si contraen Covid-19, las preguntas que nos realizamos son: cómo responder a la escasez de maestros, ya sea si se enferman o si se necesitan más para cumplir con implementar clases más pequeñas, cobertura médica para estudiantes, docentes y cobertura de su licencia por enfermedad.
Varios factores pueden contribuir a tener una mejor infraestructura y un entorno de aprendizaje más seguro para estudiantes y maestros, en todo momento y la crisis de Covid-19 ha puesto al descubierto las muchas vulnerabilidades presentes en las escuelas. Algunas medidas que los países pueden considerar son: mejorar la ventilación adecuada, proporcionar instalaciones para lavarse las manos y otras medidas de desinfección dentro de los edificios escolares y educar a las personas para que las utilicen, así como establecer pautas claras sobre si fuese necesario el uso de mascarillas y en qué circunstancias.
Un camino hacia la continuidad del aprendizaje: la flexibilidad es clave para mitigar pérdidas de aprendizaje, los cierres de escuelas hasta la fecha podrían resultar en una pérdida de 0,6 años de escolaridad ajustada por calidad, reduciendo los años efectivos de escolaridad básica que los niños logran durante su vida.
Para los estudiantes de todo el mundo, la pandemia de Covid-19 ya ha cambiado la forma de cómo aprenden y dónde aprenden. La flexibilidad parece ser la base de cualquier estrategia de reapertura de escuelas, una reapertura cautelosa y la disposición a cerrar nuevamente si surgen brotes. Esto no es fácil en los sistemas educativos que históricamente están cargados de tradición y rigidez. Pero para equilibrar la seguridad y el aprendizaje, el enfoque más eficaz será combinar la educación cara a cara y la educación remota, permitiendo el intercambio entre las dos, con interrupciones mínimas en la continuidad del aprendizaje.
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