Agravios innecesarios a las FFAA

Es indudable que la manifestación más clara del poder y potencial de las naciones, es la Institución militar de un país, por eso es que los líderes de las naciones fuertes y exitosas cuidan el prestigio de los componentes de sus instituciones fundamentales como las FFAA. Ellas son detentoras de la violencia controlada al servicio del Estado y antes de ejercerla, sus integrantes son formados axiológica y espiritualmente para emplear adecuadamente la fuerza a la luz de sus leyes.

Lo que debe conocer el ciudadano medianamente informado en nuestro país es que la oportunidad y la intensidad de su empleo (me refiero al momento, lugar y la fuerza necesaria para mantener el orden interno) son dadas y ordenadas por las autoridades que manejan el Estado, y de ahí que sorprende la indefensión de los administradores y ejecutores de la violencia que, por una parte, si cumplen las órdenes del Poder Ejecutivo, son sujetos de riesgo de juzgamiento en la judicatura ordinaria y, por otra, si no las obedecen, están bajo el riesgo de ir a la Prisión Militar de Ravelo, por no cumplir con la obediencia debida a órdenes de sus superiores, entre los que se encuentran los que asumen el cargo de Capitán General de las FFAA del Estado.

¿Qué deben hacer, por tanto, los ciudadanos de uniforme?, criticar y representar continuos y gruesos errores de manejo del Estado por parte de los políticos. ¿Reclamar indisciplinadamente el respeto al derecho militar y sus tribunales específicos?, ¿arriesgarse a ser condenados como “deliberantes” ?, o callarse prudentemente para ser criticados por sus propios compatriotas por obsecuentes.

En nuestro país, fieles al sentimiento de impunidad que se arrogan los que asumen inmerecidamente funciones de mando político, y que ignoran los principios más elementales de respeto a las normas de convivencia y respeto entre las instituciones estatales; por ganar notoriedad y favores “de arriba”; demuestran su cobardía solapada, al agraviar y menospreciar a la majestad Institucional de las FFAA, conociendo la subordinación y carácter de institución esencialmente obediente y disciplinada.

Aprovechan arteramente la ausencia de merecidas respuestas de sus mandos, asumiendo posiciones ridículamente “valientes” al enjuiciar y acosar judicialmente a los que asumen mando y autoridad en virtud de su grado y cargo y mellan desconsideradamente la cuidada honra personal, de los que aspiran a los grados más altos dentro las FFAA.

No se requiere ser muy acucioso para percibir que lo hacen por debilitar la fortaleza de la Institución armada, de la que desean “vengarse” por haber evitado en el 2019 la confrontación y la “guerra civil” que pedían a gritos sus sectores sociales movilizados. Pero lo hacen de mala manera, “golpeando la hierba, para que la serpiente se muestre”, provocando la justa ira de los agraviados, con la finalidad de realizar una “purga” ejemplificadora. Los agredidos, pues, saben que no deben hacerlo; la contra estrategia recomienda “observar los fuegos que arden desde el otro lado del rio” u “ocultar la daga detrás de la sonrisa”, sin embargo los resentimientos que siembran en estos inciertos momentos aflorarán en los momentos de crisis, por eso hay que recordar la vieja sabiduría popular que aconseja “no sembrar vientos, pues se cosechará tempestades”.

Desde los “cuarteles de invierno” de la jubilación a los “viejos soldados” solo nos queda, para sacarnos de la boca el amargo sabor que nos dejan las gratuitas e innecesarias ofensas a nuestro “espíritu de cuerpo”, pedir a nuestros camaradas del activo, mayor entereza contra los cobardes e injustos ataques y una mayor entrega a la tarea de la construcción de la nacionalidad boliviana.

El autor es Gral. Div. (sp) Ph.D.