Juventud perdida en el desierto

A la juventud de los años 70 y 80, el continuo avance de la tecnología nos deja boquiabiertos, por la aparición permanente de novedades no solo tecnológicas, sino en todo campo; arquitectura, construcciones, nuevos diseños de ropa. El bulto escolar, comúnmente de cuero, pasó a la historia, siendo reemplazado por llamativas mochilas con un grande número de divisiones y de vistosos colores. Los padres, orgullosos de sus hijos e hijas, ingresan en el terreno de la competición para demostrar cierto grado de superioridad, haciendo alarde de opulencia económica frente a los menos pudientes, hecho que se refleja en el comportamiento y actitudes de los estudiantes.

No pocas veces se ha visto a una madre de familia realizar la tarea de sus hijos con la mano izquierda, de esta manera se convierte en cómplice de la pereza de su hijo. Este tipo de actitudes, una vez llegada a la edad de la pubertad y adolescencia, más adelante la juventud, marca el hito de inseguridad en el estudiante, quien camina en un desierto lleno de dificultades e incertidumbre, sin un norte, sin rumbo fijo, sin metas ni aspiraciones. El joven de hoy está acostumbrado a recibir diariamente el desayuno escolar, esperanzado en el dizque famoso BJP, Bono Juancito Pinto y últimamente se añade más bonos, como el de la canasta escolar o bonos contra el hambre. Pero ello ha traído no pocos problemas, en realidad nuestros jóvenes quieren todo “alcanzadito”.

También los padres y madres han perdido su rol de orientar, reflexionar, dialogar permanentemente acerca de las necesidades futuras. Es más, complacer los caprichos de la edad infantil ahora repercute en otras de mayor magnitud económica y que para muchos padres no es alcanzable; como dotar de ropa de marca, tenis de primera calidad, Android de última generación, material escolar de las mejores marcas de importación, sin valorar que otro de menor precio reúne las mismas condiciones de servicio y uso.

Un Android es la herramienta tecnológica que puede llevar al éxito o al fracaso a nuestra juventud. En una experiencia realizada con un grupo de estudiantes, por la directora de la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia, FELCV, en los celulares de los estudiantes se encontró material pornográfico, violencia sexual, chantajes, exposición de fotografías de desnudas, etc. La reflexión es para los padres de familia, es un deber revisar los contenidos que observan sus hijos en sus celulares, identificar a quienes no forman parte del vínculo familiar o de la escuela. Alertar cuando se observe mensajes sospechosos. En resumen, papá debe revisar permanentemente los celulares de sus hijos y éstos deben explicar a cabalidad con quiénes están tratando.

Para aprovechar al máximo las bondades que ofrecen los celulares, sugerimos descargar cursos de idiomas extranjeros, tomar cursos cortos sobre el manejo de paquetes, programas y aplicaciones para un mejor aprovechamiento complementario a la enseñanza de colegio. Un mundo lleno de necesidades nos obliga a adquirir conocimientos básicos de plomería, carpintería, electricidad, instalaciones eléctricas, jardinería, cuidado de plantas, hasta cursos mayores que permitan obtener certificaciones curriculares que le harán falta al joven en su vida futura.

Una cualidad que tenemos las personas es nuestra voluntad para cambiar. Cambiar de actitudes, comportamientos, metas. Vivir con aspiración, fomentar y apoyar las buenas aspiraciones de nuestros hijos y para los que somos maestros de nuestros estudiantes.

Concluyo mencionando a un alumno que tuve en mis años de provincia en Irpa Chico, Colegio Hacia el mar. Honorio Condori Pocoaca, un estudiante huérfano de madre y padre, pero muy inquieto, y muy preguntón en todas las clases de matemática, no dejaba pasar por alto un solo detalle. Pasaron alrededor de 15 años y por casualidad nos encontramos en la calle, lo abracé y me comentó que ya era un ingeniero civil, pero que no fue fácil el estudio sin padres y sin familiares que lo apoyen. Pero logró su aspiración de ser un gran profesional que brinda sus servicios a la sociedad.

Samuel Mamani Maquera es profesor, químico industrial y licenciado en Ciencias de la Educación.