Clepsidra
En una entrega anterior expresamos nuestra profunda sorpresa por la detención del exministro de Defensa de México, general Salvador Cienfuegos Zepeda, por la justicia de los Estados Unidos, bajo los cargos de narcotráfico y lavado de activos, incidente que se añadió al encarcelamiento del también mexicano exministro de Seguridad Pública, Genaro García, en Dallas (Texas), acusado éste último de traficar al menos 53 toneladas de cocaína a los EEUU, donde guarda detención en una cárcel de Nueva York.
Sin embargo, nuestra incredulidad alcanzó ribetes de estupefacción, al enterarnos de que dicho venerable narco había sido liberado y devuelto a su país, como si de una monjita descalza se tratara.
¿Qué se supone que los cuerpos antidroga de los EEUU pretenden demostrar con esta inexplicable actitud? ¿Es posible que la estrategia de lucha contra el tráfico de drogas esté cambiando, ante la inocua e inútil política de la sustitución de cultivos o la indemnización por hectárea erradicada, cuando los verdaderos dineros se hallan en todos los eslabones de la narco cadena productiva, como el contrabando, el lavado de activos y el poder político, actividades que antes no significaban un mayor atractivo para los cultores de la agroquímica, hasta que se dieron cuenta de su inmenso poder de dinámica social, al solo prender la mecha?
Una simple demostración de lo expuesto es lo que viene pasando en países como Chile, Guatemala, Perú y otros, que creen que sus problemas sociales son el fruto de una lucha de clases ya pasada de moda. El verdadero cambio que se viene gestando, aun en el seno del llamado Imperio, es la sorda lucha por el manejo de ese poder oculto, y para su logro, ya no existen normas éticas o morales. Hasta el extremo de echar mano a la ayuda de guardacostas cubanos para incautar alijos de droga, como lo están haciendo hoy, donde antes se solía cazar balseros que huían de la Isla de la Fantasía.
Por tanto, no debería extrañarnos la convocatoria a los “narcotraficantes más duchos”, para evitar que esta pandemia delictiva, cada vez más universalizada, se extienda, y haga causa común con movimientos terroristas como aquellos del Mediano Oriente, ¿otrora enemigos acérrimos de la religión católica? y de la droga, a la que combatían incluso con la pena de muerte, y que sin embargo hoy erigen sus mezquitas en el corazón de nuestras urbes más pobladas.
Fue entonces cuando nos vino a la memoria la suerte corrida por el ex Zar antidrogas, Gral. René Sanabria Oropeza, vaticinándole un pronto retorno, pues los rasgos que rodearon su imagen, antes de su infortunado suceso, lo pintan como uno de los agentes más respetados de la institución policial, al haber sido el único policía enviado a la exclusiva Escuela de las Américas para militares, en Fort Benning, EEUU, donde se graduó con excelencia. Luego se especializó en el Estado Mayor de la DEA en Quantico, donde también obtuvo las máximas calificaciones. Suponemos que ese récord influyó tanto en su rocambolesca captura, como en el recorte de 6 años a su condena original de 14, y lo hace más acreedor a su regreso, que, a cualquiera de los mexicanos mencionados, sumándose al retorno de los narco brujos.
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