Nos preocupa Bolivia, como a todo boliviano querendón de la Patria Grande, amante de la tricolor y admirador de la heroicidad de aquellos que lograron colocar la piedra angular de nuestra nacionalidad, con el distintivo de la libertad, de la independencia y la soberanía, hace aproximadamente 195 años.
Nos preocupa Bolivia, porque siempre estuvimos distanciados y suspicaces, por no decir confrontados, como consecuencia de las actitudes racistas, discriminatorias y regionalistas que se manifestaron, tanto desde el Oriente como desde el Occidente o viceversa, en desmedro del entendimiento y el esfuerzo mancomunado, por un destino favorable. Que tienden a profundizarse, desgraciadamente, alimentadas por nefastos propósitos político-ideológicos. Que han desbaratado todo intento de unidad nacional, que se requería para superar adversidades coyunturales.
Nos preocupa Bolivia, porque la división hizo de las suyas, por culpa de quienes se creían dueños y amos de ella. Por culpa de quienes intentaron imponer sus designios políticos a toda costa, no sólo en dictadura sino en democracia. Es decir, antes y después de la restitución del llamado sistema de libertades. No les importó el supremo interés nacional ni el bien común, sino sus apetitos personales y de grupo.
Nos preocupa Bolivia, porque siempre estuvo al borde del precipicio. Unas veces, por conflictos bélicos, otras por convulsiones sociales. Y muchas veces por problemas económicos. Pero supo anteponerse con sacrificio, energía y fuerza de voluntad.
Nos preocupa Bolivia porque languidece, hoy como ayer, por problemas económico – financieros, como consecuencia de la caída de precios de materias primas en el mercado internacional. Situación que fue agravada por los confinamientos para preservar la vida, la salud y el bienestar, en el pasado reciente. Caída que significó la reducción de ingresos al erario nacional.
En este marco la reactivación económica tendría que venir de la mano del financiamiento externo. Pero dependerá de la capacidad de pago que tenga el país al negociar, según sostienen entendidos en esta materia. La deuda externa estaría por encima de los 11.200 millones de dólares. El año 2006 habría estado muy por debajo de los 3.500 millones de dólares. Y a octubre del 2019 bordeaba casi los 11.000 millones de dólares. Por lo visto la mayor deuda externa fue adquirida en el periodo 2006 – 2019.
El anterior ministro de Economía y Finanzas Públicas, Branko Marinkovic, dijo que el país requería 7.000 millones de dólares para reactivar la economía nacional. El presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Rolando Kempff, habló de 8.000 a 9.000 millones. Y el presidente de la Confederación de Empresarios de Bolivia, Luis Barbery, señaló más o menos 10.000 millones. Cualquiera sea el monto y procedencia del crédito, la verdad es que Bolivia requiere con urgencia recursos para avanzar hacia tiempos más llevaderos.
En suma: debiéramos despojarnos del tinte político y del espíritu revanchista, para asumir la reconciliación y la tolerancia, con el propósito de construir la Nueva Bolivia, cuyo logro nos permitiría pasar a la historia con la frente en alto y libre de objeciones. ¿O quizá estamos pidiendo peras al olmo?
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