En la amplia investigación para encontrar vacunas y remedios contra el coronavirus, hay tres resultados que son positivos: se trata de vacunas que son efectivas hasta el 95% y solo requieren de tiempo para su fabricación y distribución en diversos países; pero no hay información sobre posibles medicamentos que sean motivo de esperanza para personas contagiadas, y seguramente están en proceso de investigación por científicos y laboratorios de gran prestigio. Lo preocupante es que no hay información precisa sobre vacunas que, por experiencias con muchos virus del pasado, han sido utilizadas por personas sanas, pero en peligro de contraer alguna enfermedad; en esos casos fueron vacunados en previsión de posibles contagios. Ahora, con el coronavirus, no se informa claramente a la población que las vacunas que se utilizará, será en personas sanas o sea que no están contagiadas, que recibirán las dosis necesarias para evitar que contraigan la enfermedad. Vacunar a enfermos con el virus no tendría efecto positivo y esas personas deberán seguir con los tratamientos debidos hasta superar la enfermedad y, si hubiese alguien que sane con la vacuna, sería casual y extraordinario.
Es urgente que se informe con claridad sobre las vacunas a ser utilizadas dentro de pocos días o semanas y se informe que aún no hay medicamento capaz de curar la enfermedad, que se debe continuar con los tratamientos fijados por los médicos hasta lograr el total restablecimiento del enfermo, que no debe tener falsas expectativas sobre curaciones con la vacuna que, en todo caso, es solamente preventiva para evitar nuevos contagios.
Conseguir que las vacunas eviten el aumento de enfermos significaría que en tiempo corto no haya nuevos afectados por el virus. De este modo, la enfermedad del coronavirus quedaría como los estados gripales con apariciones de año en año, porque lo cierto es que este mal, al haber encontrado un mundo de posibles víctimas, se inscribirá en el listado de las muchas enfermedades que, de tanto en tanto aparecen en el planeta, así sea por pocos días, pero causando muchas víctimas. Pero no en la forma como ha cubierto de casos con muerte y miles de tratamientos a enfermos que aún tardarán en su recuperación con la medicación debida y las previsiones que se tome para evitar contagios o agravamiento del mal. Es importante que las informaciones sean claras y precisas sobre vacunas, medicación y tratamientos preventivos; ocultar o disfrazar la realidad implicará la aparición de conflictos y susceptibilidades o suspicacias que, en casos, pueden adquirir gravedad.
Este tiempo de pandemia obliga a gobernantes y gobernados a ser prudentes, cautos y respetuosos en las reacciones porque de nada servirán las reacciones airadas y el querer buscar culpables que no los hay porque el mismo virus era desconocido en nuestro planeta; entonces, a nadie se puede culpar de una desgracia que nos ha tocado vivir a todos como partes de la humanidad, que hay que preservarla de más males, como sería una mayor expansión del virus. Las vacunas conseguirán que, conforme al paso de días y semanas, disminuyan los infectados y, por supuesto, las muertes que han causado dolor y lágrimas en todos los países. Esta vez, en la historia del mundo, inclusive como en ninguna guerra, los dolores, lágrimas, luto y muertes han afectado a todos los que han perdido mucho y hay heridas en el sentir general que tardarán mucho en restañarse, porque el dolor de unos es de todos.
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