Huanuni y las paradojas del destino

Dominado por el señero Posok'oni, cerro rico en estaño, explotado desde los mil quinientos, en la Colonia, se emplaza el distrito minero de Huanuni, donde el viento asemeja navajazos que se estrellan contra la piel. Contrariamente a lo que se dice y se especula, este gran yacimiento estañífero sigue dando trabajo en la explotación del metal del diablo, buscándose, últimamente, mercados para su producción, ante la incapacidad que ha tenido la Empresa Metalúrgica Vinto (EMV), de pagar por los concentrados que le vende.

Contrista, en verdad, ver la situación económica de esta empresa, donde un mes atrás se procedía al pago de sueldos y salarios correspondientes al mes de julio. Actualmente se ha procedido con otros pagos, permaneciendo empero un retraso de dos meses en la remuneración a los trabajadores.

No es de corta data que la Empresa Minera Huanuni (EMH) viene reclamando una deuda de 39 millones de dólares a la EMV, situación que naturalmente le infiere graves perjuicios a su economía. ¿Cómo se puede concebir este extremo entre dos empresas del Estado? La situación adquiere ribetes catastróficos cuando vemos una cotización del estaño que en los últimos diez años ha cifrado en un promedio de 8, 5 dólares por LF, lo cual significa una buena cotización, habiendo superado los 11 dólares el año 2010. Es preciso apuntar que en el período “neoliberal” desde 2000 hasta la nacionalización del 2006, cuando la EMH no era de dominio total del Estado, esa cotización tenía un promedio ridículo de 2 dólares. En el año 2015 Huanuni llegó a tener increíblemente una pérdida de 17,8 millones de dólares, según datos de José Pimentel, exministro de Minería y asesor de Comibol (CMB), brindados a un rotativo nacional.

La EMV ha sido creada en la década de 1960 como Empresa Nacional de Fundiciones (Enaf) y puesta en marcha en enero de 1971 para dar valor agregado al estaño y subir los ingresos de la nación por la exportación del metal fundido en lingotes. Pero no puede haber mejoría en este aspecto en desmedro de otra empresa, en este caso de producción. ¿Tendrá Vinto una deuda igual con las cooperativas, a las que también ha comprado, generosa, el codiciado metal? Tal parece que no. Es menester hacer notar que las cooperativas, que se han expandido escandalosamente, no son lo que es la empresa. La CMB ha reemplazado al Estado en los distritos mineros, ha construido escuelas, hospitales, etc. La cooperativa ha mostrado un fin más personal, de beneficio “pro domo sua”.

Ya no existe el control obrero con derecho a veto, conquista del movimiento obrero boliviano. En los primeros cuatro años de la nacionalización de las minas en Bolivia de 1952, estando vigente este control obrero, CMB reportó utilidades por unos 120 millones de dólares, lo cual es bastante bueno si tomamos en cuenta que el valor total de las exportaciones de la grande, mediana y pequeña minería, incluyendo los grupos Patiño, Hochschild y Aramayo, y en todos los minerales que explotaban, en 1948, fue de 11.242.187 de la misma divisa.

Huanuni sigue viendo, entre su río oscuro, sus calles modestas y la humildad augusta de sus infraestructuras, impasible, las iniquidades que se ciernen contra la empresa a la que ha dado lugar la montaña legendaria. La política minera del gobierno en los últimos 15 años tiene aquí responsabilidad. En artículo anterior extrañábamos la presencia obrera en el ministerio del nuevo gobierno. La cartera de Minería, que ha recaído en un exgerente de la EMV “paradojas del destino”, tiene mucho que decir al respecto. Hasta ahora solo se ha visto hacer antesala en el Ministerio del ramo, a la dirigencia sindical de Huanuni para tratar estos temas. Se les ha dicho que vuelvan.