Antes de cumplir 18 años y un poco antes de las 7:00 a.m., hora fijada para mi primera clase universitaria, me detuve en la antigua avenida Villazón en cuya acera este, se emplazaba una de las icónicas edificaciones de la arquitectura paceña. El sol pudo impedirme visibilizar la enorme mole de concreto, sino fuera por la descomunal sombra que proyectaba hasta el otro extremo de la vía. No sin antes consultar mi reloj, alcé la mirada para examinar lo que a partir de esa mañana iba a ser mi experiencia en la más renombrada Universidad de la entonces república de Bolivia. Ignoraba también que el natural nerviosismo de esa fría mañana, pronto se convertiría en un amor, diría que fue pasional si no se tratara de un templo del saber, por lo que de todas maneras mi vínculo con él, nunca iría a romperse.
Con el paso de los años, el crecimiento progresivo de sus estudiantes y los requerimientos de una educación superior de calidad, hicieron que mi alma mater se expandiera en varios otros edificios que hoy alojan a aproximadament3e 85.000 alumnos. Yo mismo, al promediar la década de los ochenta, tuve que migrar a otros dos edificios antes de graduarme profesionalmente.
Esa, es sólo una anécdota de este columnista, de varias decenas de miles de profesionales que casi por dos siglos, la Universidad Mayor de San Andrés ha formado con excelencia académica. Exactamente cien años después de su fundación, es decir en 1930, el mayor referente de la educación superior en el medio nacional, consiguió ser semi-autónoma y pocos años después, logró su plena autonomía; conquista que tuvo que sufrir fuerte revés en la dictadura del dictador Hugo Bánzer Suárez. Sus aulas fueron enlodadas con la fuerza de las armas en un santuario donde el único método de lucha deben ser las ideas. Fruto del permanente debate de ellas, la UMSA se ha constituido desde 1830, en uno de los escenarios del pensamiento nacional y revolucionario en la historia nacional, siendo intérprete de las ideas renovadoras de los movimientos de resistencia, principalmente a partir del tenebroso régimen banzerista y como institución formadora de cuadros políticos e intelectuales que dieron honor y brillo al pensamiento nacional.
Después de su primer Cancelario (Rector) don José Manuel Gregorio Indaburu, pasaron egregios personajes como José Agustín de la Tapia, Rudecindo Carvajal, Serapio Reyes Ortiz, Evaristo Valle, Belisario Salinas, Agustín Aspiazu, Félix Reyes Ortiz, Isaac Tamayo entre muchos otros hombres de Estado o que, con su sapiencia, contribuyeron a la ciencia o al humanismo. De esos grandes hombres, nacieron gigantes profesionales. Pero de sus laboratorios han salido decenas de investigaciones científicas que a pesar de las limitaciones que en Bolivia no se puede superar, y en un contexto general igualmente condicionado, ha logrado alcanzar y mantenerse en el primer lugar de las universidades del sistema, según todos los rankings del mundo.
Han transcurrido 190 años desde que el Mcal. Andrés de Santa Cruz y Calahumana ha fundado mediante Decreto Supremo la nutriente de los más grandes movimientos políticos e ideológicos, lo que ha constituido una de las más felices iniciativas del mejor administrador que tuvo Bolivia.
La Universidad Mayor de San Andrés ha transitado por caminos tortuosos, pero en sus poco menos de dos siglos de existencia, ha sabido sortear con sobriedad los avatares de un pueblo ávido de conocimiento, de una desinstitucionalización a la que ha pervivido no obstante las afrentas que se le hizo y ha alojado en sus aulas, forjadores rebeldes a la opresión y el servilismo. Todo mi respeto, toda mi admiración y mi absoluta gratitud por haberme forjado intelectualmente. El camino es arduo, pero los derroteros de quienes el hado ha marcado para la excelencia, ni los tropezones ni las insidias van a detener su avance.
¡Felicidades, augusta Universidad!
Augusto Vera Riveros, es jurista y escritor.
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