Raúl Alberto Quispe Catacora
La sociedad está preocupada por el inicio de las actividades educativas de la gestión 2021. Representantes de juntas escolares expresaron en los últimos días rechazo a la propuesta del Ministro de Educación: comenzar el año con clases semipresenciales. Los padres de familia ante esta propuesta apresurada están ahora ante un dilema: “mandar o no mandar a sus hijos a la escuela”, porque los médicos indican que persiste el peligro del contagio y rebrote del coronavirus.
Según la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco: 09/01/2020): “Los alumnos de preescolar, primaria y secundaria de muchos países de todo el mundo, ataviados con mascarillas y bajo estrictas medidas de higiene, empiezan hoy el curso escolar, con el desafío de mantener la seguridad, para que las clases presenciales mantengan su actividad en medio de la pandemia de Covid-19”.
Habrían retornado 155 países en los meses de agosto y octubre a clases presenciales; tratando de recuperar clases perdidas desde enero de 2020. Entre estos países están: Francia, Rusia, Italia, Serbia, Bosnia, Eslovenia, Hungría, Israel, China, India, entre otros. Clases presenciales caracterizadas por severas medidas de bioseguridad sanitaria para estudiantes y docentes. Según Unesco, asisten al aula 15 estudiantes, sentados en pupitres a una distancia de 1.5 metros, llevan barbijo desde los 6 y 12 años, mantienen distanciamiento social en hora de ingreso, recreo, merienda y salida.
En Bolivia, aún estamos con profundas dubitaciones, declaraciones contradictorias entre autoridades de salud y educación. Dejando en incertidumbre e inseguridad a las comunidades educativas. Por ello, ante esta situación de incertidumbre, queremos soluciones prácticas con ideas de los directores, profesores y padres de familia. Por nuestra parte, desde EL DIARIO planteamos, para iniciar la gestión educativa 2021, “clases diferenciadas para área dispersa y concentrada”.
En el altiplano y gran parte de los valles: funcionan escuelas seccionales con 10 hasta 30 estudiantes; escuelas subcentrales hasta con 100 alumnos. Y en escuelas centrales (Núcleo Educativo), con nivel inicial, primaria y secundario, asisten hasta 300 estudiantes. Entonces, en estos centros de enseñanza de área rural, es factible, hasta recomendable pasar clases presenciales, porque no existen aglomeraciones masivas, ni peligro de contagio.
El problema es en áreas concentradas o ciudades, donde en cada infraestructura hay tres turnos (mañana, tarde y noche); alumnos inscritos por curso 35-40 personas, distribuidos en paralelos (A-B-C-D); donde en el ingreso, recreo y salida existe aglomeración masiva por la naturaleza e inocencia de los niños, haciendo difícil el control de sus comportamientos. Además, están acostumbrados al juego con sus pares y amistades. Por eso planteamos que en las ciudades se implemente “clases semanales”. Es decir, un grupo de 15 a 20 alumnos asisten al aula a pasar clases presenciales y la siguiente semana se quedan en sus casas, para que el otro grupo asista a la escuela de lunes a viernes. Los dos grupos pueden hacer seguimiento a sus procesos de aprendizaje vía Internet. Así evitarán rezagos en el avance de contenidos.
Implementar clases semanales en las ciudades coadyuvará a que los directores no tengan la necesidad de cambiar, modificar y fraccionar el horario escolar. Tampoco cargarán más días y horas de trabajo a los docentes de aula y especialidad (sábados). Evitemos entre todos, posible surgimiento de conflictos entre magisterio y Ministerio de Educación, implementando concertadamente clases presenciales en área dispersa y clases semanales en área concentrada.
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