Sabia iniciativa del presidente Arce

La decisión del presidente Luis Arce Catacora de utilizar vuelos comerciales para trasladarse de un lugar a otro del país y el exterior, no sólo causó asombro, sino satisfacción de la ciudadanía, ansiosa de recibir noticias lógicas y que, en vez de perjudicar al país, causan beneficios.

Esa noticia del primer ciudadano del país provocó un respiro de alivio, pues se creía que seguiría utilizando los helicópteros y aviones del Estado para viajes de turismo deportivo o misiones diplomáticas que no obtenían ni el menor resultado y solo servían para endeudar al país por derroches personales.

Esa no fue la única satisfacción que causó a la población el presidente, sino se observó que precisamente la enunció en momentos en que la economía del país se encuentra en medio de una crisis de proporciones insospechadas, como resultado de factores internos que no se estaba tomando en cuenta por políticas populistas, en sentido peyorativo, o de libre albedrío.

En todo caso, esa decisión de dejar de utilizar vuelos comerciales causó mayor agrado, pues también evitará que la crisis económica mundial provocada por la pandemia del covid-19, tenga mayores efectos en la sociedad que padece hambre. En ese sentido, terminarán los vuelos del avión presidencial a todas partes del mundo y casi con frecuencia diaria, que significaban enormes gastos de vuelo, pagos de salarios costosos a la tripulación, pago de alquiler por hora por utilizar aeropuertos, utilización de combustibles, mantenimiento, refrigerios, viajeros –algunas veces burócratas, damas, equipos de fútbol, amigos, parientes y otros—, aparte de que los afortunados viajeros percibían generosas prebendas, viáticos, etc. que totalizaban millones de dólares.

Por otra parte, con millones de dólares que ahorrará la sabiduría del jefe del Estado, ahora se podrá aminorar la crisis que se avecina y reactivar la economía hecha tasajos durante la autocracia del doble septenio que no previó esos efectos y que bien merecen la investigación respectiva para que no queden flotando como inocentes barquitos de papel.

Sería, pues, oportuno que termine la idea de las palomas contra las escopetas, que se ha actualizado como la cacería de brujas, para que así se considere la política con sentido lógico, es decir como el reflejo del pensar, en la mente de las personas, de las leyes del desarrollo objetivo que rigen el conocimiento de la verdad y no como producto de ilusiones o emociones personales.