Desde los primeros anuncios sobre las elecciones de octubre pasado, la colectividad ha demandado que el Tribunal Supremo Electoral haga conocer el Padrón Electoral. Extrañamente, ante las muchas demandas, siempre hubo reticencias del TSE para cumplir con lo que la Constitución y las leyes establecen: que la población tome conocimiento del listado de ciudadanos que votarán en las elecciones. Pasado el tiempo preelectoral, producidas las elecciones, conocidos sus resultados finales, surgieron nuevas demandas y persisten las negativas. ¿Qué pasa con la entidad que tiene a su cargo el Padrón? ¿Por qué se niega a dar a conocer un documento a la colectividad que tiene ese derecho? ¿Tal vez hay temores sobre anotaciones o inscripciones ilegales que no se quiere revelar? ¿Podrían confirmarse algunos fraudes cometidos en algunas mesas? ¿Es posible descubrir hechos que el TSE teme publicar?
Temores y sospechas abundan en una población susceptible, cansada de engaños y mentiras; una colectividad que no querría que el TSE empañe su existencia con cuestiones que estén ajenas a las leyes y que signifiquen desconfianza en lo que hace. Nadie, por poder que tenga, debería interferir en lo que haga el TSE y, si lo hace, invade un terreno que no le corresponde, porque se entiende que el TSE es independiente y los otros poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, deben estar muy lejos y sin injerencia en el Poder Electoral que dice ser independiente y libre. Entonces, ¿qué ocurre realmente?
Cuando los medios de comunicación preguntan al presidente del TSE sobre el Padrón Electoral, hay mutismo o se responde con evasivas. En estos días se habla mucho sobre las posibles elecciones para alcaldes, gobernadores y otros; por supuesto, hay menciones sobre la urgencia de publicar el Padrón Electoral y el Tribunal se mantiene en el mutismo de siempre. Esta conducta origina más susceptibilidad en la población y da lugar a pensar que algo anómalo ha ocurrido y que se tiene miedo a aclararlo. Sería mejor conocer lo que se guarda con tanto celo; que se conozca pormenores del Padrón; que se conozca si realmente en varios libros hay más inscritos de lo permitido por la ley; en fin, hay suspicacias y sospechas que deben ver la luz, pero con la verdad, sin tapujos ni engaños, sin mentiras “inocentes” o culpables, sin máscaras ni disfraces. Mientras haya mutismo sobre los registros de ciudadanos, más sospechas surgirán en contra del organismo electoral; mientras menos información se proporcione y no se publique el Padrón, lo que se diga, así no sea cierto, aparecerá como veraz o evidente y el TSE tendrá que decir verdades que no quiere expresarlas a tiempo.
Los otros poderes del Estado: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, deben pedir y hasta exigir al TSE que cumpla a cabalidad sus deberes y uno de ellos es dar a publicidad el Padrón Electoral, formulando las aclaraciones o aditamentos que corresponda; no hacerlo dará lugar a creer que los resultados de elecciones no son tan correctos como se afirma; en fin, todo llama a suspicacias y hasta temores.
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