A pesar de estar jubilado desde hace muchos años atrás, no he podido olvidarme del reloj analógico para nada; duermo siete horas, leo o escribo a las cuatro y media a.m., desayuno a las siete, almuerzo al medio día, y relleno las horas con una película o serie de Netflix. Lo que no puedo dejar de hacer es informarme, aunque me diga a mí mismo que por higiene mental no debiera hacerlo en razón a las porquerías del mundo actual: noticias sobre asaltos, robos, feminicidios, desbarajustes en la administración de justicia, dependiente ésta del poder central, cuenta con menos del uno por ciento del presupuesto nacional y practica la viciosa retardación que ocasiona mil y uno problemas, en fin, forma parte de la rutina conocer lo que pasa en el mundo angustiante de hoy.
El organismo, sobre todo mente, corazón y estómago dan cuerda al reloj que registra el paso de las horas, máxime durante el periodo de la cuarentena con cuidados determinantes a fin de poder sobrevivir.
La pandemia provocó un remezón en las costumbres y horarios, separando a los seres y familias. Ahora que está más alivianado el discurrir del tiempo, salgo a caminar provisto de un sombrero, barbijo y zapatos deportivos. Los primeros días al tratar de retomar el ritmo todo resultaba extraño, en el olvidado afán de la normalidad. Tareas prioritarias del presente son dejar de lado la vida sedentaria y evitar daños a la salud corporal y mental, combatiendo el estrés.
Después de un año me encontré con tres amigos a fin de ir a comer algo, en soleada tarde, a un restaurante; instalados en una mesa con capacidad del local para albergar a cuarenta, sin que las demás estén ocupadas, cada vez que solicitábamos algo llamábamos al ‘enfermero’, garzón disfrazado para atender a los posibles clientes, provisto de atuendo anti contagios y cápsula de astronauta en la cabeza. Cada uno de los amigos bajo medidas de distanciamiento, ¡qué extraña la vida actual!, ¿hasta cuándo...? Sin duda hasta que nos llegue la hora de perecer y arrepentirnos, ante todo, por lo malo de haber vivido sobre ascuas en la última época.
Por otra parte, concita la atención el escepticismo con que mucha gente recibe la noticia de los adelantos en las vacunas, indicando que no se someterán a ello en tanto sean evaluados los resultados, ya que no quieren ser conejillos de Indias. Prevalece la duda y natural desconfianza, porque mucha agua corrió bajo el puente.
Elevo la mirada al cálido cielo y la vida rápidamente inspira y deja el pesimismo en el olvido. Tras los cristales se advierte la tenue llovizna de diciembre y pienso que al mundo entero le vendría bien el remojón; un lavado de la cara sucia, de manos con alcohol en gel, los pies prestos para salir a caminar y el alma a emprender viajes de ensoñación y paz. Se disipan las nubes de tormenta…
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |