La alianza entre el contrabando y la especulación conforman una fuerza indestructible, especialmente en tiempos de crisis, cuando la provisión de alimentos es irregular o cuando las importaciones legales se atrasan o el mismo contrabando confronta dificultades que le impiden llegar oportunamente a los mercados. Son tiempos de auge para ambos delitos porque, en complicidad con las vendedoras en mercados y otros centros de venta y provisión elevan precios; lo grave es que las autoridades encargadas de vigilar en mercados y otros sitios, descuidan su labor y los comerciantes aprovechan al decir “el cliente compra porque escasea el producto” que oportunamente fue guardado hasta que, “reaparecido”, su precio es mayor. Así la especulación es, además, contagiosa porque se eleva precios de todo lo existente en el almacén o en puestos de mercado. Estas situaciones extremas no las ven las autoridades encargadas de ejercer control y rige el dicho: “dejar hacer y dejar pasar” (muchas veces porque hay participación en las “legales” ganancias del negocio).
Lo cierto es que mientras no se frene el contrabando que ingresa en grandes cantidades al país, no será posible frenar la especulación en productos de uso y consumo. El contrabando, gran aliado y socio del narcotráfico, conforma la trilogía del delito junto a la especulación que, casi siempre, cuenta con el mercado externo porque para parte de las mercaderías solo se ha usado como “puentes” a nuestras fronteras y negocios. Aparte de ello, gasolina, diésel, aceites y otros carburantes –unos importados y otros de la propia industria– cubren las necesidades de vecinos que pagan precios excesivos por lo que compran.
Es urgente, pues, que las autoridades de aduanas, policías y de las Fuerzas Armadas, se esfuercen para evitar estos ilegales negocios que atentan contra la moral del pueblo y la economía nacional. Cuantos más frenos haya en fronteras, más se evitará el contrabando y la especulación que son serio drenaje para la economía del pueblo y del fisco.
De tanto en tanto, hay anuncios de “remates” de mercadería decomisada a la economía ilegal; pero, extrañamente, nadie conoce un listado de qué productos, artículos o mercadería se trata y menos sobre los montos recaudados y qué destino tienen; estos datos son guardados celosamente por las autoridades e ingresan en el campo de los misterios que ocurren con los decomisos al narcotráfico y el destino que se les da “a costa de la ceguera y discreción de autoridades que nada saben o no pueden decir algo”. Hay, pues, misterios y “secretos arcanos” que deben ser develados en honor de la moral del país y sus autoridades.
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