Economía de palabras
Desde que el cocalero Morales retornó al país se pusieron a sus órdenes, muy serviles, los fiscales, los jueces, y algunos medios, pero ocurre que el pueblo, el país verdadero, sólo le lanza mensajes de repudio, además de algunas sillas.
Que haya tenido que escapar de una reunión de masistas en Ivirgarzama, en el corazón del Chapare, es el colmo de los colmos, es la demostración de que, de veras, el país no lo soporta más.
El excaudillo no se ha enterado de que Bolivia cambió y que la demostración de civilizada bronca de las protestas de octubre-noviembre de 2019 no fue un pasajero desprecio, sino la expresión de repudio definitivo, de hartazgo.
Es como si el país que lo toleró durante cerca de catorce años hubiera decidido hacer un ejercicio de enmienda y demostrar su arrepentimiento por haberlo dejado en el cargo durante tanto tiempo.
En estos tribunales cívicos y populares que no tienen caudillos ni dirigentes se decidió en algún momento que había llegado la hora de corregir el error cometido por el país.
Demostración de que los pueblos, a veces, se equivocan, pero también demostración de que los pueblos tienen capacidad de recapacitar, admitir un error, un craso error, y corregirlo.
En la película “Durmiendo con el enemigo”, la bella Julia Roberts interpreta a una mujer que vivía con un hombre que la maltrataba y un día decide romper esas cadenas y escapar. Pero en el momento más tenso, cuando él la encuentra nuevamente, ella llama por teléfono a la policía y pide una patrulla: “he matado a un intruso”, dice y luego, con frialdad, lo mata a balazos. Ella había cometido un error y lo estaba corrigiendo.
Algo así está ocurriendo con el país verdadero que decidió poner fin a una relación con un caudillo amoral, un intruso en la política boliviana, un degenerado que jamás debió haber llegado a la presidencia.
De otra manera no se explica que ahora esté obligado a escapar de los pueblos que se propuso visitar creyendo que el país no había cambiado y que las protestas de hace un año fueran puras manipulaciones.
Había escapado del país y ahora está escapando de cada pueblo que visita.
Lindo mensaje a los alcahuetes del exterior que estuvieron repitiendo el relato del “golpe de Estado” durante un año. Ahora se enteran de que el fugado merece terminar en la cárcel, ojalá sea en Guantánamo.
Por el momento, el sujeto está recibiendo las demostraciones más expresivas de repudio de un pueblo que decidió corregir un grave error y decirle “nunca más”.
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