Las características de la magnitud de la deuda externa del país pueden permitir conocer el estado económico en que se encuentra un pueblo como el boliviano, en medio de una crisis financiera tanto interna como internacional. En ese sentido se puede adelantar que se trata de un panorama poco alentador y cuya solución recae exclusivamente en manos de las autoridades del Estado.
Para empezar a hacer ese diagnóstico, es necesario señalar que el crecimiento alarmante de la deuda externa por habitante llegó a 1.600 dólares, cantidad que se hace más significativa, debido a que hace algo más de 10 años solo alcanzaba a 557 dólares por habitante. Ese endeudamiento subió, pues, en una década en cien por ciento, por cierto, dato muy revelador.
El crecimiento de la deuda externa durante los catorce últimos años fue también preocupante, porque se produjo en una etapa de bonanza, por cuanto el país se encontraba en un proceso de enriquecimiento debido a las fantásticas altas cotizaciones de las materias primas de exportación, en especial gas, estaño, etc. En efecto, ese crecimiento de la deuda externa, que a principios de siglo giraba en los 4 mil millones de dólares, ascendió casi súbitamente a 11.500 millones de dólares, o sea a más del doble, sin que se pueda explicar ese proceso, ya que el país estaba en una época de “vacas gordas”.
La deuda externa de un país como Bolivia, no es un regalo de los dioses, sino que significa que hay que pagar amortizaciones e intereses con absoluta puntualidad, pues, de lo contrario, se debe pagar castigos y hasta ser motivo de suspensión internacional para hacer diversos negocios. En este sentido, la realidad es también de gravedad. En años recientes, los desembolsos de la deuda externa aumentaron en promedio de 1.000 (un mil) millones de dólares por año para el 2021. En efecto, para el próximo año se podrá registrar un alza de esos desembolsos a los 2.300 millones de dólares. En forma concreta, como resultado del crecimiento de la deuda externa, el pago del capital (amortización), intereses y comisiones creció en forma notable el año pasado y alcanzó a 787 millones de dólares.
Este último aspecto de los desembolsos es aún más destacable por su gravedad, ya que existe la tendencia a aumentar los niveles de la deuda externa, lo cual significa aumentar los pagos por intereses, etc. A ese problema hay que agregar otro asunto de gravedad, que es la Deuda Pública.
Al parecer ese vidrioso estado de cosas no tiene solución inmediata, a no ser que la atinada propuesta del presidente Arce Catacora tenga aceptación y que consiste en una condonación parecida a la del año 2005. Bolivia adeuda al Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Corporación Andina de Fomento, Banco Interamericano de Desarrollo, acreedores internacionales.
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