Ínfulas vanas, nos falta mucho

En nuestro país, en los últimos tiempos -al parecer siempre habría sido así- una especie de vocinglería lanzada a los cuatro vientos hacía que la población boliviana se entere de la ejecución de tal o cual obra “monumental”, por parte de las autoridades del ámbito local, departamental, o nacional, sea sobre la eliminación de la pobreza, los problemas de salud, el desempleo, analfabetismo, construcción de caminos y puentes, dotación de alcantarillado, etc., entre otros enunciados tocantes a mejoras en el campo educacional, atención prioritaria a los adultos mayores, apoyo y protección a mujeres y niños, arreglo de mercados y campos feriales, amén de una serie de edificaciones “al servicio de toda la sociedad”.

Que se sepa, la pobreza aún no ha sido erradicada en el mundo y peor en nuestro país; nuestras complicaciones sanitarias están a la vista debido al coronavirus que es flagelo de la humanidad en el Siglo XXI y que ataca con mayor fuerza en el territorio patrio por las carencias y flaquezas que padecemos en este ramo. Mientras, el desempleo no ha podido ser resuelto por ningún gobierno, al igual que la carencia de techo propio que es un martirio para millones de compatriotas; a más de que el analfabetismo sigue siendo una especie de estigma en la nación. En cuanto a la mejora sustancial de la educación, de la que tanto se habló en las últimas épocas, expertos en el tema sostienen que no han servido de mucho varios “encuentros pedagógicos” realizados en décadas pasadas, por lo que aún es un contratiempo que debe ser superado por el Estado a través de los profesionales y la gente involucrada en la temática.

Y aunque se ha dado algunos pasos respecto a la atención que merecen las personas adultas mayores, no es menos cierto que falta bastante por hacer, requiriéndose incluso una planificación en este campo acorde a nuestra realidad -que parece no existir dicen- porque los integrantes de la denominada tercera edad virtualmente son tomados, hasta catalogados, como “estorbo” o “inservibles”. Sobre la protección a la mujer y niñez, no sólo se trata de crear y aplicar leyes que ya las hay “para todo y contra todo y todos”, sino de profundizar la educación y con urgencia encarar campañas educativas intensas en los medios de comunicación, lo que significará que spots, jingles, cuñas, y otros en vez de reflejar la imagen y el perfil de toda autoridad pública, entregando o anunciando obras y acciones como si lo estuviesen ejecutando con dinero de sus bolsillos, deban ser dirigidos a sensibilizar a toda la población y generar conciencia en torno al cariño y amor, cuidados, seguridad, y atenciones especiales que merecen ellas y ellos.

Cierto es que nos falta muchísimo por hacer, por lo que toda alharaca anunciando que están encarando “tareas y acciones enormes que traerán felicidad al pueblo boliviano” no es más que ínfulas vanas, vengan de donde vengan, ya que no se debe olvidar que las autoridades de los tres niveles son solamente empleados del Estado que se deben a la población y al país, siendo su obligación atender y solucionar demandas y problemas para lograr una vivencia digna de sus moradores, y el progreso y desarrollo patrio.