Abusos y asesinatos a las mujeres, crímenes de sádicos

Cuando se sabe que mujeres en diversos puntos del país han sido asaltadas, violadas, vejadas, pegadas y hasta asesinadas, la indignación colectiva es general e indigna que las autoridades judiciales y los otros poderes nada puedan hacer para contener la cobardía y maldad de hombres que parecen preparados para atentar contra las mujeres, para inferirles todo tipo de daños, para abusar de ellas y discriminarlas hasta el extremo de causarles mucho dolor y hasta la muerte.

Muchas veces circula en todos los ambientes la pregunta: ¿Hasta cuándo seguirá la saña de miserables (ver diccionario que los califica como: canallas, infelices, abyectos, infames, mezquinos, perversos y otros calificativos) y cobardes que se ensañan contra quienes son consideradas como lo más sagrado que tenemos los hombres, porque mujer ha sido nuestra madre, abuela, tía; lo son nuestras hijas, hermanas, amigas y muchas otras que son parte entrañable de nuestras vidas y razón de ser?

Las víctimas de los sádicos y cobardes deberían reaccionar cuando notan algún peligro de ser maltratadas y cuando hay extremos, conseguir la separación legal, porque no cabe que soporten maltratos de ninguna naturaleza. Hay casos en que, lamentablemente, las mujeres reaccionan contra quienes las defienden (y el extremo es expresarse a favor del agresor y criminal: “es mi marido… tiene derecho”). Maridos sin conciencia que maltratan y torturan a la madre de sus hijos, inclusive delante de ellos y no cuentan el dolor y lágrimas de niños que piden amor y respeto para sus madres; pero maridos sádicos, cobardes y con propensión a ser criminales, por su gran vicio que es el alcoholismo y la ausencia total de virtudes que pueda contenerlos, dan lugar a que su maldad se ensañe contra esposa e hijos.

Las autoridades policiales informan, de tanto en tanto, sobre cuántos son los casos de muerte de mujeres a manos de sus maridos o parejas; que se sepa no se hace seguimiento adecuado ante el Poder judicial y con gran pasividad se permite que se produzcan aberraciones, abusos y crímenes contra mujeres que merecen consideración, respeto y amor por parte de propios y extraños. Cuando se recurre al Ministerio Público sobre casos de asesinatos, las respuestas son evasivas y así se deja caminos despejados para que otros cobardes cometan los mismos delitos. ¿Cuándo se podrá poner coto a este tipo de crímenes? ¿Será posible que alguna autoridad --empezando por fiscales y jueces-- se atreva a imponer la ley y dictar sentencias muy severas contra delincuentes de esta clase?

A propósito, corresponde el ejemplo de un califa árabe que debía juzgar a un ladrón abusador de mujeres y que les robaba la ropa y enseres que portaba su víctima: “Mi sentencia será leve si me respondes a esta pregunta ¿Qué quieren las mujeres?”. La respuesta, corta y terminante del ladrón que sabía de actitudes de bondad del califa: ¡Que se las cuide! En estas palabras está su derecho a que, cuidándolas se las respete, considere, cuide, ame y no se las maltrate; que, en todo caso, se las vea como compañeras de la vida y seres que tienen los mismos derechos que los hombres y hasta mucho más porque ellas representan ser lo más sagrado que se tiene en la vida, el ser que, por ser madre, es un pedazo de Dios que la hizo plena de amor, bondad, ternura y virtudes excelsas de toda naturaleza.