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¿Cómo debería ser el servicio educativo no solo el 2021?

Eduardo Pérez Mendoza

Los reportes de laboratorios médicos de estos últimos días en Bolivia informan de un preocupante incremento de casos del Covid 19, especialmente en Santa Cruz y La Paz, lo que ya puso en alerta al sistema sanitario del país; esta situación sin duda afectará las diferentes actividades que se tornaban casi normales en el país. En el ámbito educativo tuvo ya su impacto en las decisiones que fueron tomadas en el 6to encuentro pedagógico que se clausuró el viernes 18 del presente. Entre sus conclusiones se establece que las clases presenciales, semipresenciales y a distancia, se darán según el comportamiento epidemiológico que se presente más adelante por la pandemia actual.

Lo descrito anteriormente debe servir para proponer cambios y transformaciones curriculares para bien de los estudiantes, no solo para la siguiente gestión escolar sino para las subsiguientes, sobre todo velando por la utilidad del aprendizaje de las diferentes materias o áreas de estudios. En esta línea mencionemos que, en algunos países considerados muy desarrollados, tanto económica y tecnológicamente, han cambiado el enciclopedismo de sus sistemas educativos, por identificación de aptitudes y capacidades específicas de sus estudiantes. Esta tarea la empiezan desde niveles inferiores para desarrollarlos y potenciarlos. Por ejemplo, se informa que en Japón los niños solo tienen clases en cinco a seis materias, y las mismas apuntan a tener estudiantes con buena base en habilidades y conocimientos para: los negocios, la tecnología digital, inteligencia artificial, y lo más deslumbrante, para tener ciudadanos con práctica de valores nacionales y personales.

En nuestro país sucede que en nombre de la educación integral seguimos una línea poco útil del enciclopedismo, por ejemplo, un estudiante de Secundaria debe llevar en por cada año de estudios entre 11, 12 o 13 materias, es decir un bachiller egresa con un conjunto de saberes o conocimientos pocos profundos y lo peor, desorientados. Por tanto, muchos de los bachilleres para superar sus débiles aprendizajes y enfrentar los exámenes de ingreso que establecen algunos institutos y sobre todo las universidades públicas, se ven obligados a tomar cursos de nivelación y orientación vocacional, cuando estas tareas en especial de la identificación de talentos, debería comenzar en el Nivel Inicial, continuar fortaleciendo en el Primario y finalizar en el segundo año de Secundaria. A partir del tercer año de Secundaria, los estudiantes llevarían sólo entre 4 o 5 materias útiles y correspondientes a su futura formación profesional, por ejemplo, un estudiante que apunta a ser ingeniero industrial, solo recibiría clases en las materias de: Física, Química, Matemática, Tecnología, etc., lo propio ocurriría para los futuros: médicos, constructores, mecánicos, militares, etc.

En el Sistema universitario, el panorama actual también es preocupante porque año tras año miles de estudiantes se gradúan y muchos de ellos no encuentran trabajo o si lo hallan son temporales, es decir que en nuestro país tal parece que no existe un estudio científico del mercado laboral para los profesionales, porque cada año la fila de desocupados se hace más larga, especialmente para quienes se titularon en carreras tradicionales humanísticas. Lo más sugerente es tener ese estudio o por lo menos tomar en cuenta como referencias a investigadores latinoamericanos sobre el mercado laboral, por ejemplo Andrés Oppenheimer, que en sus libros: Basta de historias, Sálvese quien pueda, etc., analiza algunas políticas educativas latinoamericanas, describiéndolas como equivocadas, y añade que debido a la expansión de la robótica e inteligencia artificial, se estima que varias profesiones de aquí a diez o quince años desaparecerían porque serían reemplazadas por robots.

Por lo anterior, es hora de que el sistema universitario, especialmente la pública, tome conciencia de aquello, porque seguir formando profesionales en carreras saturadas con profesionales, significa simplemente crear más y más profesionales desempleados y frustrados; lo más triste es ver cómo el Estado se esfuerza por continuar subvencionando económicamente para el funcionamiento de dichas carreras, cuando los recursos destinados a las mismas podrían utilizarse para dotar de mayor equipamiento e insumos a las carreras que requieren infraestructuras, talleres y laboratorios. Este pedido se justifica por el contrabando desmedido que se da en las fronteras de nuestro país, principalmente con productos de uso y consumo que bien podríamos producirlos y dejar de comprarlos a los países extranjeros, como ser: alimentos, vestidos, utensilios de hogar, etc. Es momento de priorizar o de poner énfasis en la investigación y formación de profesionales en áreas técnicas, tecnológicas y de ingenierías; buscando de este modo impulsar la tarea de industrializar o transformar la gran variedad de recursos o materias primas que tiene nuestro país.

El autor es maestro de Matemática y Administrador de Empresas.

 
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