Buscando la verdad
Llega el tiempo en que mucha gente celebra la Navidad, por lo que es importante tomar conciencia sobre su origen, y el verdadero significado que debería tener.
Primero, dejar sentado que la Navidad tiene un trasfondo espiritual y atañe a los que creen en Jesucristo y recuerdan su nacimiento hace 2020 años, un hecho que partió en dos la Historia de la Humanidad (a.C. y d.C.).
Esta recordación involucra a la tercera parte de la población mundial que cree en Jesús pero, por su connotación económico-comercial, implica a muchos más.
Respecto a la fecha de celebración del cumpleaños de Jesús de Nazaret, cada 25 de diciembre, hay suficiente evidencia histórica y en Escrituras que el Niño Dios no nació un 25 de diciembre aunque se mantiene dicha tradición desde el Siglo IV.
Con el transcurrir del tiempo, el sincretismo religioso con diversos ritos y prácticas desdibujó la Navidad al grado que para muchos se resume hoy a Papa Noel, regalos casi de forma obligatoria (aprietos para los papás), reuniones familiares (decoración, comida, bebida, ropa) y desconocen al agasajado…
Bueno sería reflexionar sobre esto y llegar a comprender que, si se va a celebrar la Navidad, que sea como un hecho histórico único: el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, quien vino por voluntad de su Padre a cumplir una cruenta pero bendita misión: morir en pago por los pecados del mundo, abriendo la posibilidad de que todo aquel que en Él cree, lo confiese como su Salvador y lo siga como su Señor, no se condene eternamente y resucite en gloria.
En esta historia es imposible dejar de mencionar a Satanás -el enemigo acérrimo de Dios- quien está empeñado en destruir lo mejor de la Creación, al hombre, buscando su condenación, dado que él ya está condenado por su rebelión.
Satanás esperaba que José -estando desposado con María- al descubrir que estaba embarazada, pese a no haber tenido ellos aún intimidad, decidiera dejarla. Según la Ley mosaica, se debía apedrear a María hasta morir y Jesús con ella pero un ángel habló a José y le explicó que el niño era obra del Espíritu Santo.
Satanás intentó matar luego a Jesús por medio del rey Herodes cuando supo de su nacimiento, pero un ángel intervino y los hizo escapar a Egipto.
Durante el ministerio público de Jesús, Satanás incitaba a los religiosos a matarlo -lo perseguían para apedrearle o despeñarlo- pero Él prevaleció.
Finalmente, Satanás poseyó a Judas, quien lo entregó a los romanos por treinta piezas de plata, para que luego los religiosos -esos que leían las Escrituras, las memorizaban pero no las entendían porque no las escudriñaban- lo acusaran ante Pilato y lo crucificaran. Sin embargo, Satanás fracasó, pues… ¡Dios lo resucitó!
¿Se imagina Ud. qué hubiera pasado si Jesús no hubiera nacido? ¿Si no hubiera vivido en santidad durante toda su vida? ¿Si Jesús no se hubiera dado en perfecto sacrificio en la cruz para redimirnos de nuestra maldad? ¿Si no hubiera resucitado al tercer día para ser glorificado? Ud., yo y nuestra familia, hubiéramos estado condenados a vivir en la oscuridad -en tormento- y separados de Dios, por toda la eternidad…
A la luz de los hechos, Navidad debería implicar mucho más que una fiesta con abundante comida, bebida y regalos, en la que el cumpleañero está ausente. Navidad debiera ser un tiempo para reflexionar sobre el inconmensurable amor del Creador: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna...
El autor es Pastor.
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