Govina Rodríguez
Tomar un libro para leerlo y disfrutar de su contenido hacía posible tener una mejor comprensión, pero ahora ya no ocurre lo mismo, pues disminuye el número de lectores interesados en conocer el contenido de un libro. Hoy los dispositivos digitales robaron esa magia, ya que ahora se está muy pendiente de las redes sociales. Maryane Wolf, científica de la Universidad de Los Ángeles, en su libro “Lector, vuelve a casa”, expresa que la culpa la tiene el Internet, por hacernos perder “el placer de la lectura”, que no demanda un esfuerzo sobrehumano, sino la práctica diaria que permite desarrollar el hábito lector, facultad que nos permitirá entender y procesar mejor nuestra realidad.
Nos encontramos inmersos en el mundo de la tecnología que cambia nuestros intereses, pues ya sea adultos, jóvenes, adolescentes o niños estamos pendientes de mirar nuestro dispositivo de comunicación digital, para entrar a Facebook, Instagram o el muy requerido WhatsApp, donde leemos pequeños fragmentos de noticias o conversaciones instantáneas con amigos, lo que domina todos nuestros intereses.
Estas reiteradas acciones nos llevan a descuidar la concentración durante una lectura prolongada, esto no quiere decir que no se lee, sino que ahora se lo hace de distinta forma. Durante el día se da lectura a distintos mensajes cortos, varias veces, y se disfruta mucho de la imagen y el color. Qué cambio, hace años se encontraba gusto en leer revistas, historietas y libros. Incluso en algunos barrios se hacía el intercambio o el llamado flete de las revistas o historietas, pero ahora todo eso cambió con la aparición de las “redes sociales”.
El gran reto de un maestro es cómo lograr introducir a un niño en el placer de la lectura, sobre todo si “el niño imita las actitudes de los padres” y si éstos últimos están atentos a sus celulares, entonces los menores desean tener celular propio, tablet o una computadora, en vez de contar con un libro.
En el aula los estudiantes leen para sus maestros, pero solo en ese momento, cuando se les presenta la lectura, pero después pasa a un segundo plano. Se lee, claro que sí, pero lo hace solo para cumplir con la consigna de su maestro, cuesta motivarlos hacia la lectura comprensiva, reflexiva y crítica. Muchos estudiantes se quedan en el nivel de lectura textual, respondiendo de manera literal, con respuestas cortas sobre el contenido de la lectura.
Hoy se vive en un medio dinámico y multicultural y se torna una necesidad formar ciudadanos democráticos, autónomos, con habilidades de lectura para fortalecer el pensamiento inferencial y crítico.
Un ciudadano crítico alcanzará a exponer puntos de vista propios, sobre los diferentes textos que lea, y en su contexto conseguirá entonces construir discursos que manifiesten sus opiniones y posiciones personales sobre las lecturas o hechos sociales.
Si desarrolla esta habilidad, del mismo modo lo reflejará en sus escritos, construyendo textos y fundamentando sus ideas, sin desaprovechar las contribuciones de las lecturas realizadas. Es un horizonte ideal al que se debe llegar leyendo y disfrutando de tal actividad, entonces se estará incrementando el conocimiento. Y no olvides, “una vez cada tanto, se infiel a tu celular con un libro”.
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