Año complejo por la abundante y muchas veces estereotipada información acerca del Covid19, el 2020 ha sido sin duda alguna un tiempo especialmente difícil que plantea interrogantes a la humanidad entera. ¿Es acaso posible entender este virus como el mayor problema de la sociedad actual?; ¿cuál ha sido el impacto de las medidas gubernamentales para afrontar la pandemia sobre los derechos humanos y, principalmente, sobre las migraciones internacionales?
Para empezar, a la luz de los acontecimientos pasados, la persona bien informada podría tener no pocas veces una imagen falseada del eclipse social vivido. En efecto, hay quienes sostienen que ha sido un año de profunda reflexión acerca de los cimientos morales que sostienen el planeta. Un justo entendimiento de la situación, sin embargo, deja de lado una buena parte de las preocupaciones principales que debiera afrontar el mundo entero.
Me refiero en primer término a la inmensa cantidad de personas que mueren de hambruna y otras enfermedades en el planeta, por causa de la pobreza, las guerras y el cambio climático. Cierto mutismo en las grandes cadenas internacionales de noticias no hace sino confirmar el hecho que la pandemia del Covid19 tiene especial significado en el mundo occidental, pero no así las muertes por inanición en África y los países subdesarrollados que tanto dolor y preocupación deberían causar a los gobernantes del mundo y a la sociedad posmoderna.
Otro asunto de no menor importancia, para poner solamente algunos ejemplos de los muchos que se vienen a mi mente, es la enorme dificultad en la que viven los refugiados, los enfermos como consecuencia de la persecución, los migrantes, entre muchos otros colectivos, que se han visto en condiciones todavía más infrahumanas por las barreras migratorias que han impuesto los países de acogida.
Parece que hay un consenso universal –o al menos una agenda política en todos los continentes– de invisibilizar la tratativa de estos problemas con la mera imagen de un conflicto único. Obviamente el Covid19 marcó este año los titulares del New York Times, The Guardian, Le Figaro, CNN, y la casi totalidad de la prensa internacional, pero lo invisible me cuestiona una y otra vez si acaso nos hemos vuelto indolentes ante problemas quizás aún más graves e irresueltos.
Y es que si gente muere de hambre o por causa de un conflicto en Eritrea debería concitar una exponencial alerta mundial. Al fin y al cabo, parece ser también que la humanidad se ha olvidado con el paso del tiempo de la propia humanidad.
El autor es abogado y escritor.
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