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[Armando Mariaca]

“Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”


El mensaje de Dios, al nacer su Hijo, Jesús, “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, es la mayor prueba de amor del Creador. Anhelo siempre ansiado y no alcanzado por la humanidad: la paz entre todos, es el recuerdo y acicate que mueve a los hombres, año tras año, a encontrar y vivir estados de armonía, entendimiento y conciencia de bien que sea mayor nexo e instrumento de unidad, amor y esperanza; sin embargo, si bien todo ello es intención y voluntad, los comportamientos difieren y la división, discordias y carencia de voluntad y amor por el bien se anteponen determinando que el hombre se convierta en el peor enemigo del mismo hombre. Esta es realidad vívida que mueve a pueblos y naciones en pos de hegemonías y predominio de unos contra otros porque los intereses y conveniencias sectarios adquieren dimensiones ajenas al bien común.

Esta es realidad imperante en casi todo el mundo, pero con las esperanzas e ilusiones de trocarla en bien general. Por nuestra parte, en Bolivia, patria y terruño --ligados al corazón y espíritu-- las mismas ilusiones y anhelos, los mismos deseos y seguridades porque hay convicción de que si tenemos libertades, no pueden ser ajenas a la paz y tranquilidad, no pueden tener vigencia porque sin unidad en armonía de sentimientos e intenciones, no podemos alcanzar nunca estados ideales de paz y concordia; sin deponer antagonismos, odios, venganzas y sentimientos ajenos al amor, la caridad y el entendimiento; no alcanzaremos nunca los estados ideales de paz y concordia, de unidad plena y avances progresivos en todo lo que anhelamos como pueblos y nación libre y soberana.

Las condiciones de paz y unidad entre los hombres no es quimera ni ilusión vanas, son verdades que todos debemos convertir en vivencia permanente porque sin su presencia en el diario vivir, las condiciones de libertad son vanas, inútiles y deleznables. Tener paz en los corazones y la vida diaria es muestra de tener buena voluntad y acrecentarla, es hacer realidad el deseo y mensaje del Creador; es crear condiciones de amor y entendimiento, sembrar la tierra de semillas que germinen hasta convertirse en virtudes para luego ser valores y principios que rijan en el diario vivir porque sin paz no puede haber libertad ni vida ligadas a la dignidad humana; sin condiciones de paz y armonía los discordes se convierten en enfrentamientos y sentimientos ajenos al amor.

La carencia de paz y entendimiento endurece los corazones y anula las virtudes que son cimientos de principios y valores que deben fortalecer las condiciones de vida, enraizadas en los corazones y espíritu de todos los bolivianos que, al unísono, tienen la esperanza de vencer a los males que los agobia, derrotar a la pobreza y las enfermedades, a la corrupción, al contrabando, a la drogadicción, subdesarrollo y atraso; pero, bajo condiciones de libertad honesta y responsable con respeto y consideración a los derechos de los demás, especialmente por parte de las autoridades cuya misión de conservar la paz, el respeto y las libertades del pueblo tienen carácter prioritario y permanente.

Las condiciones de paz y armonía que debe reinar en la nación es un derecho de todos los bolivianos que nadie, por poder que tenga, puede alterar o siquiera vulnerarla en lo mínimo. Mientras el país pueda desenvolverse en paz y seguridad, gobernantes y gobernados pueden estar seguros de contar con las condiciones apropiadas para contribuir a superar la pobreza y hoy, por los sufrimientos que causa la pandemia, tener la fortaleza y esperanza de que pronto será vencida y, además, de contar con remedios para otros males debido a la entrega e investigación de sabios y científicos que, en todo el mundo, están decididos a no rendirse ante los males que asechan a la humanidad y sólo esperan que los pueblos contribuyan a combatir todas las enfermedades solamente cumpliendo las previsiones y cuidados para evitar contagios y muerte.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
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