Está probado que todo proceso electoral despierta a quienes se sienten con vocación para terciar en elecciones. En marzo próximo serán elegidos gobernadores y alcaldes, conjuntamente concejales y en estos días hay presencia en medios de comunicación de posibles candidatos; cada uno, a su modo, hace ostentación --especialmente en televisión-- de méritos y señala remedios para los diversos problemas que confrontan ciudades y pueblos; parecería que cada uno nació para el cargo y, si perdió oportunidad en las elecciones generales de octubre, seguramente cree que aspirar a una alcaldía es tener seguro el favor del votante porque “ya es conocido”.
Es contraproducente e inoportuna la conducta de candidatos que el pueblo conoce que no tienen posibilidades, salvo en su propia imaginación. Hay apetencias exageradas por llegar a ser alcalde, especialmente en ciudades como La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, parecen ser plazas que dan mucho y pueden contar con mucho si tienen un alcalde capaz y digno; creen que todo el pueblo votará y elegirá al mejor que es él y nadie más. Soberbia petulante que hace consentir sobre posibilidades inexistentes; pero, lo cierto es que el pueblo querría, junto a las condiciones de capacidad, un mínimo de humildad y, cuando intervienen en algún canal de televisión, que se refieran a realidades, especialmente cuando se tiene conocimientos sobre las posibilidades financieras del municipio al que aspiran.
A ninguno se le ocurre referirse, por ejemplo, al caso de industrializar la basura, exigir que los políticos limpien lo que ensuciaron con propaganda chabacana para elecciones de octubre pasado; qué ideas tienen sobre problemas de alcantarillado, agua potable, entubamiento de ríos que pasan por el centro de las tres ciudades, problemas y conflictos pospuestos del transporte público; qué se debe hacer con juicios a responsables del quemado de 64 buses PumaKatari, y otros casos menores que requerirán su atención. Qué opinión les merece el trabajo y conducta de concejales que hasta ahora no han presentado ningún informe sobre el papel que cumplieron, que tendría mucha importancia porque a ningún ciudadano le convence el trabajo de esos munícipes, salvo interferencias al trabajo de alcaldes.
Entretanto, la publicidad y propaganda de candidatos es vasta y bien podría decírseles ¡basta de tanto prometer!, hasta ver cuánto podrán cumplir. El caso de candidatos a gobernaciones o prefecturas merecerá análisis especiales porque, hasta ahora, solo se ve intereses personales y conveniencias políticas en los que pretenden arribar a esos cargos que tienen que ver con el departamento. Y, en muchos casos, las labores de las gobernaciones deben ser coordinadas con las alcaldías.
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