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[Armando Mariaca]

Año que debe ser para concretar esperanzas


El recientemente concluido año 2020 ha sido para la humanidad un tiempo de grandes sufrimientos, de tener que soportar pruebas, enfermedades, crisis de toda laya y desgracias sin límite; un año en que retrocedió la economía, el desarrollo y progreso de las naciones; un tiempo en que se vieron acrecentados los problemas que, por décadas, había sufrido el mundo y que no dejaron espacios para combatir debida y oportunamente a males que por años han causado daños y perjuicios; un tiempo en que las falencias morales han sido ilimitadas por la vigencia y aumento de la corrupción, el crecimiento del narcotráfico y del contrabando, aumento de la criminalidad y, lo más grave y jamás experimentado por el ser humano: el coronavirus que ha puesto de rodillas a todo el mundo, un mal cuya característica ha sido lo implacable y dureza de su duración y consecuencias en muertes y contagios ; un tiempo amargo y pleno de dolor de habitantes que, por igual, han sido víctimas del virus que, implacable, atacó con fuerza y colocó a cada pueblo, país y continente en condiciones de sufrir pandemias que lo privaron de libertad y carencia de seguridad para personas de toda edad que, además, se vieron limitadas en atención alimentaria y a su salud expuesta a contagios o posibilidad de contraer cualquier otra enfermedad que el mismo virus pudo haber traído como aliado del mismo mal diseminado en todo el mundo.

Ahora, lo que corresponde es que las experiencias sufridas nos hayan mostrado que solamente la unidad, el trabajo honesto y constructivo, la solidaridad, la honestidad y honradez pueden ser nuestras fortalezas para vencer cualquier desafío, especialmente a los mimetizados en la corrupción, como el desgano para el trabajo, la violación a los derechos humanos, la criminalidad, la insolidaridad, las violaciones y maltratos a las mujeres, niños y ancianos; son muchos los disfraces de la corrupción que causan daños de gran magnitud y gravedad que hay que combatir y vencer.

Las esperanzas se acrecientan con la fe en Dios y la seguridad de que todos podemos enfrentar a los males que se nos presenten. Todo dependerá de comportamientos de gobernantes y gobernados que sepan cumplir con humildad y decencia lo comprometido ante Dios y el prójimo que, en toda instancia del año, bendecirán y apoyarán lo bueno y noble que se haga en este tiempo de pruebas y batallas que, por duras e implacables que sean, podrán ser superadas con fe, amor, vocación de servicio y responsabilidad.

La secuela de males heredados del año pasado, traen consigo la esperanza de que este año servirá para encontrar solución a los diversos problemas, para conseguir lo más ansiado que es la unidad, paz y armonía entre todos los bolivianos, solución a los problemas generados por la pobreza y, sobre todo, ganar las batallas libradas contra el coronavirus que, con el auxilio de Dios, será posible desterrar. En todo caso, toda esperanza puede concretarse debido a la voluntad solidaria de la raza humana.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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