Monseñor Gualberti
El Arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti, pidió ayer a los fieles cuidar la vida en este tiempo de recrudecimiento de la pandemia que deja secuelas de dolor y muerte.
“Tenemos que ser conscientes que la vida es un don de Dios que está por encima de todos los demás intereses y de la que un día tenemos que responder”, dijo en su homilía dominical emitida desde la Basílica de San Lorenzo en Santa Cruz.
Junto al Obispo Auxiliar, monseñor. Estanislao Dowlaszewicz y el padre Hugo Ara, Rector de la Catedral y Vicario de Comunicación, afirmó que este domingo del Bautismo de Jesús, termina el tiempo de Navidad en el que fue celebrado y contemplado el misterio del amor de Jesucristo hecho hombre para que fuéramos hijos de Dios.
Recordó que Jesús, antes de iniciar su misión pública, llegó al río Jordán, donde Juan el Bautista predica la conversión y bautiza a mucha gente. La inmersión en las aguas es solo un gesto de penitencia y conversión de las personas que se hacen bautizar y expresan públicamente su voluntad de cambiar vida e iniciar un camino nuevo, conforme a la voluntad de Dios.
Explicó que, en la escena del bautismo de Jesús, al igual que las primeras comunidades cristianas, podemos reconocer en Cristo al nuevo Moisés que vino a inaugurar el nuevo y definitivo Éxodo, llevando a cumplimiento el proyecto divino de salvación.
Dijo que por eso, desde sus inicios, la Iglesia asumió el bautismo como el signo distintivo de los cristianos, el sacramento de la gracia que libera del pecado y del mal, que hace hijos adoptivos de Dios, discípulos de Cristo y miembros del Pueblo de Dios.
“Tenemos que redescubrir el gran valor del don del bautismo, acogerlo y testimoniarlo con una vida llevada conforme al Evangelio y a la voluntad de Dios”, indicó el prelado a tiempo de pedir a los cristianos a saber valorar el don del bautismo y que, a menudo, se lo pide solo por tradición y costumbre.
Gualberti aseveró que, para ser cristianos, no es suficiente haber recibido el bautismo y vivir de renta del testimonio y de las enseñanzas que nos han dejado nuestros padres, sino tener conciencia que hace falta una opción personal, redescubrir el gran valor de ese don, acogerlo y testimoniarlo con una vida llevada conforme al Evangelio y a la voluntad de Dios.