Que Estados Unidos haya sido víctima de su propio presidente, elegido por el pueblo, y que, ante ninguna prevención o señal de alerta, haya sido capaz de cambiar de conducta hasta el extremo de herir seriamente a la democracia reinante en su país, es difícil de creer y contrario a los sentimientos que el mundo siempre tuvo por las libertades, la democracia, la justicia y el respeto a los derechos humanos. Es inconcebible que quien debía honrar más a su país, prácticamente, al violentar su propia Constitución, haya causado tanto daño desprestigiándolo no sólo internamente sino ante el consenso internacional porque son tantos los yerros y malos pasos dados por el Sr. Trump que la mayoría de sus conciudadanos no puede creer.
El partido Republicano, en todas sus instancias de parlamentarios, jefes y militantes conocía los antecedentes del señor Donald Trump, criticaban su forma nada decorosa ni honesta ni respetuosa de tratar a las mujeres y su conducta poco honrada de manejar la economía de sus empresas especialmente en el campo de cumplir con el pago de impuestos; conocía todas sus andanzas que lo alejaban de cualquier confianza; sin embargo, este partido, tan sólo llevado por su inquina contra los demócratas, lo eligió su candidato a la Presidencia del país más poderoso y prestigiado del mundo y durante cuatro años lo tuvo en la Casa Blanca respaldando sus tropelías y hechos contrarios al prestigio, la honra y los buenos antecedentes de todas las presidencias de ese país. El pueblo estadounidense soportó, muy estoicamente, la conducta irracional, las actitudes atrabiliarias y el carácter dictatorial del Sr. Trump que decidió ir a la reelección en las elecciones de noviembre.
Llevado a cabo el proceso electoral, la mayor sorpresa fue que más de 70 millones de ciudadanos hayan votado por él, inclusive quienes habían soportado mucho daño con la discriminación, el racismo, el desprestigio internacional de EEUU, la rotura de importantes convenios con países de Europa y Asia, por el apoyo y reconocimiento a dictadores y tiranos del mundo como Chávez, Maduro, Ortega y tantos otros que, por el poder del dinero, han logrado mimetizarse entre personas dignas del mundo; luego, entre otros delitos está la construcción del “muro de la vergüenza” en la frontera con México; la desaparición de 545 niños separados de sus padres, también están los casos de persecución sañuda a afroamericanos, latinoamericanos, asiáticos y personas que no sean blancas.
Posiblemente, lo más reprochable es que haya hecho escarnio de las campañas contra el coronavirus y su total rechazo a emprender luchas que, de llevarse a cabo, hubiesen disminuido radicalmente la cantidad de muertos y contagiados que hoy colocan a los EEUU como el país con más víctimas. Como corolario de todo, casi al final de los cómputos, decidió no reconocer al ganador y además proclamarse vencedor, posición que mantuvo hasta que muchos partidarios de él (se dice que por instrucciones suyas) asaltaron el Congreso de los Estados Unidos en actitud delincuencial y actuando como terroristas.
Cuánto daño se ha causado con el asalto al Capitolio que es la representación de la democracia, la libertad, la Constitución y la justicia en los EEUU, y en los países libres y democráticos. Los daños materiales posiblemente sean cuantificados y hasta reparados o reemplazados; pero, las heridas morales son infinitas porque afectan no sólo a la patria de George Washington, Jefferson, Abraham Lincoln y otros grandes héroes y patriotas de la humanidad que viven en el corazón de todos los hombres que aman y honran la libertad, la justicia y la democracia.
Finalmente, se impuso la verdad: ganó el señor Biden y en ambas cámaras tendrá mayoría. El señor Trump alegó ser ganador y que “no obstaculizará el proceso del 20 de enero”. El Congreso, vuelto a sesionar, enfrenta el dilema: despedir al Sr. Trump de la Presidencia conforme a la enmienda 25 de la Constitución o someterlo a un juicio político. De todos modos, este drama deja el lastre de que EEUU por “obra y gracia” de D. Trump, ha debilitado los principios sagrados de la Libertad, la justicia, la democracia y la seguridad del pueblo; ha mostrado, además, cuán dividido está el país que desde el año l776 ha luchado por conservar la unidad, la libertad y la democracia.
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