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[Augusto Vera]

Contra viento y marea

¡Cuarentena, ya!


Recientemente el vocero del gobierno, Jorge Richter, expresó que la cuarentena es una medida extrema. Por supuesto que sí, pero la situación sanitaria del país también la es. Los presidentes de las cámaras legislativas descartaron la adopción de esa medida como si supieran algo de esa materia. Eso sí, su supino desconocimiento no les permite saber de sus alcances y beneficios, tanto que todas las sociedades científicas del mundo la recomiendan.

Si alguna medida acertada, aunque durísima, adoptó el gobierno de Jeanine Añez respecto a la pandemia, fue precisamente el confinamiento que evitó que el contagio se propague mucho más.

La reactivación económica es una aspiración inherente a todos los bolivianos, pero el gobierno la está priorizando irracionalmente por encima de la vida que como valor no tiene comparación absolutamente con ninguna prosperidad financiera, y en consecuencia respecto a la pandemia el gobierno anterior (no hablo de la probable corrupción de por medio), hizo las cosas, hasta ahora, de lejos mejor que el actual, considerando el abrupto golpe que significó para el mundo y con ello la inexperiencia de todos los gobernantes para afrontar la emergencia.

¿Acaso el Ministro de Economía, quien dijo que la cuarentena rígida del pasado año fue sin motivo, no se enteró que la pandemia de 1918 fue controlada por cuarentenas que finalmente hicieron que el virus de la llamada gripe española fuera desapareciendo poco a poco?

Los confinamientos son medidas determinantes que pueden interrumpir los contagios, aunque sea por el tiempo únicamente que duren, especialmente en sociedades como la nuestra que no acaba de entender que guardar distanciamiento social es imprescindible, a pesar de lo cual no se lo cumple porque se impone la ingénita indisciplina en unos casos y la desinformación en otros.

Pero hablando del virus SARS propiamente, ya en el año 2002, China implementó una cuarentena rígida de resultados extraordinariamente favorables, habiéndose controlado la enfermedad un año después. Respecto al Covid-19, algunos países altamente avanzados en medicina adoptan la cuarentena por tercera vez, máxime si ninguna de las vacunas que ya se está aplicando en varios lugares, tiene una efectividad del 100%, única posibilidad que permitiría pensar, aunque sea a mediano plazo, en una inmunidad de rebaño, como sucedió con la viruela y sarampión, por ejemplo.

Y como sobre mojado llovido, Bolivia, como siempre, tiene todavía varios meses por delante para que masivamente se vacune a su población, por lo que descartar una nueva cuarentena es una postura política y sin ningún fundamento científico. Los médicos están clamando su declaratoria porque nuestro sistema hospitalario a la zaga en América latina, tendría un respiro de unos días para desocupar las contadas camas de terapia intensiva que el gobierno de catorce años nada hizo por mejorar. La cadena de transmisión del mortal virus se cortará por unos días, quizás los determinantes para que la desbordada situación sanitaria no alcance dimensiones catastróficas.

Para quienes del gobierno ignoran que, si estamos ante una pandemia, es porque la transmisión de la enfermedad es superior a cualquier recurso técnico y humano existente en países del primer mundo, la pequeña Bolivia no tendría por qué estar libre de sus efectos. La medicina ha obtenido a lo largo de la historia sorprendentes avances, pero todavía está en estado larvario respecto a muchas patologías como ésta vírica de la que los científicos todavía no tienen una explicación cierta, de manera que las cuarentenas que se retrotraen a muchos siglos antes de que la ciencia pudiera explicar la razón que hay detrás de ellas, y con evidentes buenos resultados, para quienes padecían enfermedades infecto contagiosas y otras que reclamaban aislamientos, ya se las ponía en práctica a través de Moisés, en cierta forma el primer funcionario de salud pública y de hecho bastante más eficiente que nuestras actuales autoridades sanitarias.

Augusto Vera Riveros, es jurista y escritor.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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