Los partidos políticos son las organizaciones de la sociedad civil que tienen por finalidad la toma del poder político del Estado, también se las considera como intermediarios entre el poder político y la sociedad civil. Se denominan partidos porque son parte del todo que es la sociedad que tiene diversas tendencias de pensamiento político.
En cuanto a su conformación y actividad, pueden ser de masas, cuadros y electoralistas, los primeros importan gran cantidad de gente, los segundos de grupos reducidos, pero bien formados y de intensa actividad y los terceros solo actúan en las elecciones, pasadas éstas el partido se reduce a su dirección y sus representantes en los órganos de poder.
El sistema de partidos puede ser: bipartidista (dos partidos), pluripartidista (varios partidos) y unipartidista (un solo partido como en las autocracias). Los partidos deben tener una doctrina que arranca de una ideología, teorías explicativas de la realidad, programas para encarar los problemas y consignas o ideas fuerza que les identifican.
En nuestro país estamos atravesando una aguda crisis del sistema de partidos políticos, pues los grandes partidos históricos que fueron capaces de movilizar a grandes masas (MNR), o de cuadros bien formados han desparecido y aparecieron partidos raquíticos con el único interés de negociar algunas situaciones de poder; muchos de éstos si bien consiguieron su personalidad jurídica, son cuasi unipersonales o de pequeños grupos de “arribistas”. También el régimen autoritario del populismo que nos gobernó 14 años, persiguió a los dirigentes de partidos y organizaciones críticas al mismo.
La crisis de credibilidad de los partidos políticos afecta a buena parte del mundo y en especial en nuestra América, así, según Latinobarómetro, en 2018 sólo el 13 % de los encuestados confiaba en los partidos. La pérdida de credibilidad se basa en la corrupción política, de tal suerte que la opinión pública ve a las organizaciones partidarias como centros de corrupción, incapacidad, improvisación, angurria de poder, inmoralidad etc.
El sistema democrático de gobierno del Estado y de vida de la sociedad, para su buen desarrollo requiere de partidos políticos fuertes, representativos de corrientes de pensamiento y anhelos de la sociedad, con ideologías consistentes y que respondan a la realidad nacional y que sean una opción de solución a los problemas sociales, económicos y culturales.
Otro de los factores de la crisis de los partidos políticos es, indudablemente, la crisis de liderazgo en la sociedad, es decir que no hay individuos que sean capaces de entusiasmar y movilizar a grandes grupos humanos, como lo fueron en el pasado siglo los líderes de los partidos nacionalistas. Hoy la improvisación de los dirigentes es la nota, muchos de ellos demostrando ausencia de conocimientos, carisma y autoridad moral, que ofertan a sus partidos en alquiler a cambio de situaciones personales y de grupo.
Es necesario en nuestro país que el sistema de partidos se tonifique, que revise sus doctrinas y programas, adecuándolos al tiempo actual, que estén encabezados por gente preparada, profesional, capaz de “enamorar” a la gente y que responda a los intereses sociales y no personales o de grupo. Caso contrario, la democracia como gobierno del pueblo será una impostura para engañar al pueblo.
El autor es Abogado, Politólogo y escritor.
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