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Mayor paciencia para soportar más pandemia


 

Todo muestra que conforme más pasan los días, más se acrecienta el virus que ha causado tanta pandemia en el mundo como medio para causar muertes e incrementar la cantidad de contagios para una población mundial cansada y que en el día a día teme más fallecimientos con su secuela de dolor, luto y lágrimas en una población que no sabe ni puede paliar en alguna forma un sufrimiento acompañado muchas veces por temor a otros males, como la reaparición de enfermedades que se consideraba erradicadas. Es un panorama de angustias que requiere mayor dosis de paciencia, de cuidados en cada familia y, sobre todo, para sobrellevar las dificultades debido al encierro y otros factores negativos que han distorsionado los medios de convivencia familiar.

Paciencia por la incertidumbre creada por el cierre de escuelas y colegios que adulteran el carácter de niños y padres, que causan malestar entre los maestros pendientes de lo que pudiese ocurrir con clases virtuales que podrían continuar o si hubiese condiciones para retornar a clases. Un panorama confuso y distorsionador de la realidad que alteró completamente la vida de los hogares, las oficinas, las fábricas y todas las actividades del ser humano.

Aumentan las razones para que la pandemia adquiera mayor gravedad: en primer lugar, la resistencia de quienes se niegan a cuidarse y seguir las instrucciones para evitar contagios que pueden ser medios para que personas sanas de su entorno contraigan el mal; no hay seguridad de que la investigación para encontrar remedio y contener al mal plenamente está cerca de ser realidad; luego está el caso de quienes no pueden vacunarse por carencia del medicamento que es provisto muy lentamente por los productores y, finalmente, los renuentes a recibir las vacunas, y las negativas de quienes no aceptan una segunda dosis. En fin, se requiere paciencia para confrontar un futuro nada halagüeño y que, en muchos casos, depende de que decline el mal y baje su contundencia; depende también del grado de energía que desplieguen las autoridades para obligar a los renuentes a seguir las prescripciones médicas.

Finalmente, es necesario que padres de familia, maestros y autoridades en provincias y pueblos preparen a la población sobre los beneficios de las vacunas, mostrarles realidades y desmentir lo negativo que propagan interesados en que se utilice medios naturales rechazando lo que aconseja la ciencia médica. La paciencia y, en casos, la resignación, son necesarios para paliar el dolor de los que sufren por lo que han perdido y por la presencia de quienes están sometidos a tratamientos. La expansión de la enfermedad se muestra más peligrosa y si no existe la colaboración del pueblo que evite más casos, aumentará la cantidad de fallecimientos y el número de contagios será interminable.

La paciencia se verá traducida con la perseverancia que se tenga en los cuidados personales y de quienes lo rodean a uno. Nadie debe soslayar la urgencia de los cuidados porque, de hacerlo, uno se convierte en cómplice del mal que adquirirá mayor crecimiento. Depende, pues, de cada persona todo lo que se haga para derrotar a la enfermedad, un mal que, es sabido, aburre, molesta y obliga a cambios bruscos en todo lo acostumbrado y, además, distorsiona hasta las relaciones familiares.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
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