La actividad científica tiende a manifestar dos aspectos claramente diferenciados. Por una parte, idealmente se presenta como un proceso intelectual especialmente racional, ordenado y sistemático, por medio del cual se describen estructuras y procesos de la realidad empírica y se conjeturan explicaciones lógicas susceptibles, a su vez, de contrastación con esa misma realidad. Este complejo proceso intelectual frecuentemente se apoya en una tecnología material como laboratorios, bibliotecas, hoy redes y plataformas especializadas, etc.; para realizar observaciones bajo condiciones de riguroso control. Este proceso está sujeto a diversas determinaciones y características personales e institucionales; sin embargo, principalmente está sujeto a determinantes económicos y socio-políticos de la sociedad nacional e internacional.