En los países pobres como el nuestro se produce un extraño fenómeno: hay créditos en los organismos internacionales con destino a solventar la construcción de importantes proyectos y no hay la suficiente documentación que respalde esas posibles inversiones y, por otro lado, se informa permanentemente sobre la existencia de estudios, planes y planos para levantar represas, construir caminos, mejorar los existentes, crear empresas productivas de bienes y servicios y no hay algún trámite en pos de créditos que permitan concretar lo proyectado. Se dice que la burocracia de ambas partes no deja que se lleven a cabo ni las inversiones para lo aprobado ni pueda ser realidad lo ya planificado, estudiado y aprobado en cada país; son hechos que agravan la pobreza y la dependencia; pero hay quejas y lamentaciones por lo que no se hace por falta de dinero y protestas porque ningún organismo de crédito aprueba ni autoriza créditos para realizar lo estudiado y preparado para su realización.
Hay falta de coordinación y comunicación entre las partes, burocracias que parecen “esperar algo” para que todo funcione; hay descuidos y nomeimportismos de funcionarios que también estarían en la situación de la misma espera. ¿Intereses y conveniencias creados? ¿Aumento de la corrupción? ¿Interferencias de posibles competencias extranjeras acostumbradas a proveer lo que necesitan los pobres? ¿Falta de profesionales en lo que se propone emprender y, a la vez, temor a valores humanos que no respondan a lo que se precisa? Los interrogantes son muchos y cuando se recurre a algún organismo que tenga responsabilidad en los proyectos, las evasivas para responder son muchas.
Es preciso que el gobierno instruya, con la debida seriedad, que los estudios que estén preparados y solo requieren ser financiados, sean actualizados y mejorados ante los probables otorgantes de dinero; por otra parte, que los proyectos sometidos a estudios y planificación tengan en cuenta todos los pormenores y detalles para evitar rechazos por parte de los posibles financiadores. Especialmente cuando se trata de costos y montos a ser cancelados por las adquisiciones, construcción de infraestructura, trámites ante organismos fiscales, contratación de personal eventual y muchos otros detalles susceptibles de posibles contaminaciones por el accionar de quienes “voluntariamente” se prestan a cooperar en los trámites burocráticos hasta la realización del proyecto.
Es, pues, urgente evitar la intromisión de quienes “desinteresadamente” comprometen su concurso para las concreciones del caso y debe ser tanto en los otorgantes de medios financieros o tecnológicos como en los países beneficiados. El manejo honesto y responsable de las negociaciones permitirá que los proyectos estudiados y planificados por el gobierno tengan un curso rápido y honesto en las organizaciones financieras y desaparecerán los pretextos que endilguen culpas a una u otra parte por las demoras.
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