Por el bien común, mucha honradez y responsabilidad

Al comenzar un nuevo año, surge un sentimiento y deseo en la comunidad nacional: que haya en todos --gobernantes y gobernados-- mucha responsabilidad en lo que hagan, que las dotes de honestidad sean sus características y condiciones más apropiadas para el desempeño transparente en todo lo que emprendan, que se respete el derecho de los demás y no haya abusos ni condiciones contrarias al bienestar de la colectividad, que las autoridades sirvan al país y no se sirvan de él, que la verdad sea el espejo cristalino que refleje sus actos. Finalmente, que las autoridades y la actividad privada en general trabajen unidos y conscientes de que ambos están obligados al buen servicio y a dar todo de sí teniendo en cuenta que la nación es patria de todos y todos estamos obligados a servirla y amarla.

Muchas veces se han formulado propósitos similares por parte de varios gobiernos, pero, sea que hayan surgido intereses y conveniencias creados o interferencias malsanas, no fue posible llevar a cabo las buenas intenciones y el concurso de la corrupción fue el instrumento para el fracaso de todo emprendimiento honesto, de toda actividad profesional y de intenciones productivas que ayuden a combatir a la pobreza. Y ha quedado en cada persona la vocación por el bien común, las ansiedades por arribar a la solución de los problemas y adquirir espíritus que contribuyan a la unidad y armonía entre todos los bolivianos.

En la mente y corazón de todos los bolivianos, dadas las experiencias amargas que se ha vivido, existe la convicción de que el gobierno, conjuntamente el sector privado e instituciones del país, actúen con tino y sensatez, con espíritu de entrega y renunciamiento a intereses personales, con eficiencia, eficacia y responsabilidad, que el bien común sea meta de todos y que haya paz, armonía y acuerdos plenos entre ellos para que esa misma concordancia llegue al conjunto de la población nacional que deberá responder con la misma honradez a las demandas y conductas de las autoridades.

Es urgente que todos tengamos conciencia de que nuestra lucha debe cifrarse contra tres enemigos: coronavirus junto a otras enfermedades, pobreza y subdesarrollo que, en conjunto, hacen un frente infranqueable y capaz de resistir cualquier embate que se libre contra ellos. Hay que tornar las esperanzas a que todo puede ser combatido y vencido, acorde con nuestra voluntad y deseos de sobrevivir a cualquier desgracia, porque nuestra fe en Dios también está en nuestra propia capacidad de raciocinio y fortaleza de espíritu.