Vocación de servicio y voluntad para el diálogo

Muchas veces, al asumir funciones, los responsables olvidan un deber que debería ser primigenio en el cumplimiento de labores: desempeñarse bajo la urgencia de actuar con vocación de servicio que, forzosamente, conlleva la condición de hacerlo con gran dosis de voluntad para dialogar. Es decir, aceptar que el derecho propio termina donde empieza el de los demás y que en ese derecho está, en forma implícita, el propósito de obrar con altura, respeto, dignidad y conciencia para concertar y convenir lo que convenga a todos y no sea satisfacción solo de una parte.

Toda autoridad, desde mucho antes de tomar posesión del cargo a desempeñar, debe tener vocación de servicio y voluntad para dialogar no solamente en el interior de la institución sino para el encuentro que se tenga con personas e instituciones ajenas al sitio donde se trabaja. Esta modalidad de obrar tendrá como consecuencia el logro de resultados positivos y el estrechamiento de relaciones, amistad y buena voluntad entre las partes, para que queden asentadas como un ejemplo de vivir y obrar en el desempeño de cualquier función.

Cuán importante es mantener el buen carácter y comportamiento en el curso de una relación que sea constructiva y forjadora de entendimientos básicos para el encuentro de condiciones aptas para dialogar, convenir y concertar lo que convenga y que, por los resultados, se haga sistema de vida en la que imperan la cordialidad, el sentimiento de amistad, las ideas de superación y cooperación mutuas.

Toda relación de amistad crea condiciones apropiadas para diálogos que sean determinantes para crear vocación de servicio en cualesquiera de los campos en los que uno se desenvuelva y, en planos de sinceridad, buscar y encontrar todo lo que perfeccione el conjunto de sentimientos creados al calor de la amistad. Así, para toda postura de la vida se crea situaciones aptas para la práctica del bien, desechando todo mal capaz de destruir, como virus implacable, toda bondad y sentir de caridad en el corazón humano.

Quienes poseen poder de cualquier naturaleza están obligados a adquirir una voluntad siempre dispuesta al diálogo y que sirva para alcanzar las ansiadas metas del infinito pozo de vocación de servicio, que es fuente de amor constructivo y enaltecedor de la vida.