Biólogo Diego Méndez
La muerte de 35 cóndores que se alimentaron con una carnada envenenada en Tarija es un impacto grande para su población, porque están adaptados a una tasa de mortalidad baja e invierten mucho en el cuidado de sus pichones y cuando alcanzan la adultez, prácticamente no tienen a ningún depredador natural, afirmó el biólogo Diego Méndez.
Explicó que con base a la evidencia colectada, se comprobó el envenenamiento masivo de fauna silvestre por el uso de cebo envenenado para eliminar a los animales conflictivos (pumas o perros asilvestrados) que pudieron atacar el ganado de los comunarios, “pero este método no es selectivo y es totalmente nocivo para el medioambiente y no debe usarse nunca”.
El pasado fin de semana se conoció que una treintena de cóndores murieron junto con otras aves carroñeras en la comunidad Laderas Norte en el departamento de Tarija.
“En mi opinión no creo que haya habido saña de parte de la gente (los comunarios), menos que hayan tenido la intención eliminar a los cóndores, es un caso de envenenamiento secundario y no eran el objetivo, sino los animales conflictivos”, aseveró Méndez, coordinador del Programa Aves Rapaces en Bolivia e investigador asociado al Museo Nacional de Historia Natural.
El experto conformó el equipo de investigación que realizó un peritaje en el sitio ubicado a unos 20 kilómetros de la ciudad de Tarija, junto con funcionarios del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), del Bioparque Municipal de Tarija y de la Fundación Nativa.
En diciembre pasado, el cóndor andino (Vultur gryphus) fue reclasificado de especie casi amenazada a vulnerable de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional de la Naturaleza (UICN), por el rápido declive de su población, debido a una variedad de amenazas, incluida la persecución directa por parte de los humanos, la intoxicación por plomo y el deterioro de la calidad del hábitat, a través del envenenamiento deliberado de cadáveres o carroña.
“Ellos (los cóndores) pueden vivir hasta los 50 años y reproducirse a lo largo de su vida, es así como se mantiene el balance entre sus poblaciones, pero estos eventos de mortalidad masiva son tan duros con un impacto grande”, enfatizó Méndez que considera que en Tarija puede encontrarse alrededor del 15 al 20 por ciento de la población de cóndores de Bolivia, que alcanza a unos 1.400 ejemplares.
En el país se cuenta con el Plan de Conservación del Cóndor Andino que establece las gestiones que aseguren la preservación de la especie a largo plazo en siete departamentos y 148 municipios, y que propone como objetivos estratégicos promover la conservación de la especie junto con sus hábitats, mantener y mejorar sus poblaciones, asegurar su protección legal y efectiva, además de originar la creación de políticas medioambientales y de desarrollo compatibles con su preservación. (CienciaBolivia)