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Mercedes escogió un día ocho para anunciar que Lewis Hamilton renovó por una temporada más, la de 2021, para aspirar al octavo Mundial de Fórmula 1. La noticia lo fue por su retraso, en el Gran Circo los contratos se firman en torno al verano y se publicitan, como tarde, en diciembre, pero nunca sobre el año en curso. La noticia, de hecho, hubiera sido lo contrario, que el recién nombrado caballero británico se hubiera despedido sin avisar del deporte que le ha hecho grande. Pero el culebrón no ha terminado, si acaso acaba de empezar, porque este acuerdo entre equipo y fabricante deja dos interrogantes, el cuánto y el por qué, y no resuelve el futuro más allá del año que comienza.
El cuánto, una sola campaña, parece poco tiempo cuando este volante garantiza victorias cada fin de semana y ante el profundo cambio de reglas de 2022, que será mejor afrontar desde un equipo ganador. El campeón tiene 36 años, Raikkonen pasó la cuarentena y Alonso se aproxima, ambos siguen en la parrilla. Eso lleva al por qué: hay intrahistoria en una negociación que oficialmente se retrasó por la pandemia, pero sobre la que han tenido que sucederse desencuentros cuando hasta febrero de 2021 no se alcanzó el mínimo común denominador. Según la prensa británica, el inglés demandó un sueldo a la altura de su palmarés y de los deportistas mejores pagados de todas las especialidades y se dio de bruces con la crisis económica que afecta a todos los sectores, también a la industria del automóvil.
