Liliana Ichuta Triguero
La lengua aymara ha perdurado durante muchos siglos, a pesar de los intentos hechos para lograr su desaparición. Durante el imperio incaico se trató de unificar el idioma de los pueblos que conformaban el incario, entre ellos el aymara. En la época colonial y republicana se buscó continuamente la erradicación de la lengua aymara; a pesar de ello, esta lengua se ha mantenido viva hasta la actualidad gracias a sus hablantes.
Entre sus características destacan: el aymara es sufijante, aglutinante y algebraico: a una raíz nominal o verbal se pueden sumar hasta 15 sufijos. Y aunque parezca insólito, existen vocablos de 35 caracteres. Por ejemplo, la frase “Aruskipt’asiñanakasakipunirakispawa” que significa: “Debemos comunicarnos, nomás, siempre”.
En Bolivia se ha dado importancia a la lengua aymara y las otras lenguas originarias desde 1970 y 1980. Pero en el año 1977, durante la presidencia de Hugo Banzer, el aymara fue declarado como un idioma oficial. Sin embargo, en los hechos no recobraba tal importancia. Después, en 1994 se da la educación intercultural bilingüe en los institutos normales, donde la enseñanza del idioma aymara se enfocaba a impartir la educación en esta lengua en el ámbito escolar.
Pero el renacimiento de la lengua aymara viene desde 2012, cuando Bolivia fue constituida en un Estado Plurinacional y fue dictada la Ley General de Derechos y Políticas Lingüísticas. En esa Ley se ordena “recuperar, vitalizar, revitalizar y desarrollar los idiomas oficiales en riesgo de extinción, estableciendo acciones para su uso en todas las instancias del Estado Plurinacional de Bolivia”.
De las lenguas originarias de Sudamérica, el aymara es la tercera más extendida luego del quechua y el guaraní. Es hablada también en Perú, en Chile y escasamente en Argentina y se calcula que es el primer idioma del 18% de los bolivianos, que son casi 2 millones de personas, y que otro millón de habitantes también la conoce. En esta nueva edad dorada, el aymara se está revalorizando.
El filósofo y lingüista Ludwig Wittgenstein planteaba que la experiencia de hablar un idioma conduce a una percepción determinada del mundo, entonces el mundo no es el mismo para el aymara que para el castellano. La lengua aymara posee una riqueza agradable para la comunicación. En aymara se habla con sentimiento, por tanto, es más acogedor y afectuoso.
La lengua aymara, a pesar de haber sufrido intentos de desaparición con la llegada de los españoles, ha perdurado en el tiempo. En la actualidad, en Bolivia es revalorizada, revitalizada y recuperada a partir de las leyes del Estado Plurinacional, considerándose como uno de los idiomas oficiales. Todo funcionario público debe hablar el castellano y un idioma originario. Así también en las escuelas se está enseñando a los niños la lengua aymara, un idioma extranjero y el castellano.
Hablar una lengua originaria como el aymara conduce a una forma particular de percibir y entender el mundo. Por tanto, para nosotros los aymaras, el mundo es la convivencia con la Madre Tierra, es la vida en comunidad y desde una mirada cosmocéntrica.
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