Buscando la verdad
Siempre que veo a mi querida Bolivia en situaciones conflictivas, cuando su futuro y el bienestar de la gente están de por medio, me viene a la memoria el ex Ministro de Estado y gran amigo, Lic. Alfonso Kreidler Guillaux (+), quien me enseñó muchas cosas buenas, entre ellas, aquel famoso diálogo de la obra “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas” (Lewis Carroll) cuando, estando Alicia en una encrucijada le preguntó al Gato, cuál de los varios caminos debía elegir y éste le respondió: “Depende a dónde quieras llegar”.
No somos el país de las maravillas (de nosotros depende serlo); tampoco somos un Estado fallido (pero si no hacemos bien las cosas con la economía hoy, mañana podríamos serlo).
Bajo este razonamiento, cabe recordar que, mientras casi todos los países miman a su sector agropecuario por ser estratégico para la seguridad alimentaria y hasta para la seguridad nacional (EEUU) y los subsidian, acá no pasa nada de eso. “No queremos subvención, con que aquí haya seguridad jurídica, una buena red vial, caminos transitables, acceso al crédito y tecnología de punta, estaríamos hechos” (me dicen).
Y es que, nuestros héroes anónimos de la cadena agroproductiva (agropecuaria, agroindustria y agroexportación) que nos dan de comer cada día, enfrentan los embates del clima (sequía, inundación), plagas (insectos, malezas, hongos) y situaciones adversas (baja competitividad, cupos de exportación, prohibición de la biotecnología, etc.), impidiéndoles invertir más para producir, exportar y generar más empleo, sin que el Estado arriesgue nada.
Con una histórica caída de la economía por la pandemia, una segunda ola en curso, y más olas pronosticadas, hay que ver qué hacer, para evitar mañana un conflicto inmanejable por la falta de empleo e ingresos.
La experiencia del 2020 dio cuenta que, pese a la pandemia, el único sector que creció (aparte de Comunicaciones, y Servicios de la Administración Pública) fue el agropecuario. ¿Por qué? Simple… ¡no se puede dejar de comer! Deberíamos hacer un monumento a nuestros agroproductores y agroindustriales porque en plena crisis sanitaria no faltó el alimento en nuestra mesa, y por haber generado casi 1.500 millones de dólares al exportar más de 2,7 millones de toneladas de alimentos y proteína vegetal (a costa de muchas vidas perdidas).
En medio de esta recesión -como Alicia- enfrentamos varios caminos, pero si queremos una rápida salida a la crisis; recuperar los centenares de miles de empleos perdidos, y generar trabajo como nunca antes, la opción es la agropecuaria, la agroindustria y la agroexportación.
Un productor pecuario y amigo, que hace mejoramiento genético, el Arq. Fabio González del Río, me pasó este resumen de lo implica hacer agricultura: análisis y corrección de suelos; compra de semillas que se producen o importan; transporte al campo; siembra, fertilización, control de plagas; cosecha, ensilado y tratamiento; transporte a la industria para su transformación y entrega a comercios, entre otros. Respecto a hacer pecuaria: construcción de potreros y alambrados, selección de vientres y toros para reproducción; inseminación artificial con semen nacional o importado; engorde; fabricación, compra y transporte de alimento balanceado; transporte de animales a mataderos, centros de remate, frigoríficos, etc.
Alrededor de esta cadena productiva hay efectos inimaginables sobre el empleo: servicios financieros; importación y venta de maquinaria, vehículos, repuestos e insumos; comunicaciones; logística, puertos y despachos aduaneros; choferes, mecánicos, electricistas; administradores, economistas, expertos en comercio exterior; investigadores de mercado; llanteros, motosierristas, alambradores, vaqueros, jornaleros, zafreros, caseros; ingenieros veterinarios, agrónomos, forestales, comerciales y de alimentos; zootecnistas; laboratoristas; venta de combustibles, alimentos y refrigerios; servicios de sanidad e inocuidad alimentaria, verificación de exportaciones, Aduana, etc.
Por todo ello, considerando las vocaciones agropecuarias en todos los Departamentos se podría generar un millón de empleos y cambiar la historia económica del país. ¿Un millón de empleos? ¿No se le estará yendo la mano? No, está estudiado y fue propuesto al gobierno en 2013. Se lo puede lograr triplicando la producción de alimentos hasta el 2025, con una inversión de 13.000 millones de dólares del sector privado, sin que Bolivia se endeude más.
Los economistas sabemos que no hay otro sector en la economía que genere más efectos multiplicadores, que el agro. ¿Qué camino tomar? Depende de a dónde queramos llegar…
El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
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