De manera por demás insólita, el expresidente Evo Morales confesó, sin el menor empacho, en una entrevista de prensa que, estando refugiado en Argentina, viajó a Cuba para tener una reunión con el gobernante de ese país y con el de Venezuela, con el objetivo de preparar el derrocamiento del gobierno de Jeanine Áñez para así restaurar el régimen derribado por la insurrección popular del 12 de noviembre de 2019.
Esa declaración tiene el agravante de que el mismo personaje aseguró que estando en Buenos Aires, “mintió” diciendo que iba a Cuba por razones de salud, pero que la finalidad del viaje era organizar, con los presidentes cubano y venezolano, la intervención extranjera en asuntos internos de Bolivia, como ser elegir a sus gobernantes, aseveración dirigida a desconocer la soberanía nacional boliviana y aplicar la negación del derecho de autodeterminación de los pueblos para decidir su destino.
El caso resulta aún más grave porque el ex mandatario, con cierta frecuencia declaró ser contrario a la injerencia foránea en países como Bolivia y defendía la soberanía nacional, por ser contrario a la intervención extranjera en asuntos internos. Es más, se sintió satisfecho al afirmar que mentía y que ese viaje estaba desinado a pedir a los comunistas Castro y Maduro, la intervención de sus países para instaurar un régimen tiránico, caracterizado por conducir a los pueblos caribeños a la miseria, el hambre y la colonización por subcolonias del imperialismo contemporáneo.
Ese constituye un doble delito del ex presidente. Tiene nivel de traición a la Patria y por su magnitud no pudo pasar desapercibido, ni muchísimo menos. Fue confirmado con sus propias palabras que llegaron a conocimiento mundial y del pueblo boliviano en general, que tuvo la oportunidad objetiva de saber, sin lugar a la menor duda, a dónde estaba siendo conducida la nación boliviana hasta noviembre de 2019.
En la declaración textual de Evo Morales a los medios de comunicación, remarcó que estando en Argentina planeó cómo recuperar la democracia en Bolivia y que su viaje “fue a una reunión de planificación con Cuba y Venezuela, una reunión de alto nivel para ver cómo retomaba la democracia”. (Sic).
La susodicha declaración intervencionista tiene carácter de delito confeso contra la Constitución vigente y el mismo Estado plurinacional, más aún porque cae bajo el principio jurídico de “A confesión de parte, relevo de prueba”.
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