La crisis moral que ha causado la letal presencia del coronavirus en la vida de la población, ha dado lugar a estados de nerviosismo y pérdida de confianza que agrava la situación no solamente de las actividades económico-financieras sino de comportamientos en la colectividad. Y es que la aún carencia de vacunas y mucho más de medicamentos para combatir a la enfermedad ocasiona angustias y desesperanzas que agravan el mal y dejan casi indemne a la población que, ante la fuerte embestida del virus, se aferra a su fe en Dios para que concluya el drama.
Ante esta situación, no queda otro recurso que tener paciencia y constancia para no perder las esperanzas y revestirse de valor para enfrentar el mal y lo que pudiese sobrevenir, pese a que la mayoría de la comunidad ya tiene experiencias sobre hechos que han colmado su tranquilidad y se necesita las dosis necesarias de coraje y vocación de espera para soportar cualquier situación angustiosa.
Es muy importante que el gobierno, como la misma comunidad, traten de desmentir los rumores y comentarios que circulan y que buscan agravar la situación moral de la población; se hace necesario identificar a propaladores de chismes y comentarios que, según las circunstancias, sirven a intereses creados para intranquilizar a la población con miras a provocar enfrentamientos a favor de posibles estados de caos en sitios concurridos. Vivimos un tiempo dramático debido a la pandemia que crea un clima propicio para el rumor falso y tendencioso, especialmente sobre las muertes y casos en que no pueden recibir sepultura porque los cementerios —al igual que los hospitales— se encuentran colmados.
La población requiere revestirse de paciencia y de “oídos sordos” para no hacer caso de rumores sin fundamento; de otro modo, se crea las condiciones para la intranquilidad y el caos, solo propicias para quienes se dedican al delito, asaltando negocios y domicilios para hacerse de lo ajeno, inclusive con menosprecio a la vida de sus víctimas. Por ello, los cuadros policiales tienen que obrar con mucha eficiencia y energía, no solamente al velar por la seguridad de negocios sino de familias siempre expuestas a vocaciones malsanas de los que no vacilan para cometer cualquier fechoría.
Es urgente que las tiendas político-partidistas, las instituciones y toda la colectividad mantengan la serenidad y la cordura en todos sus actos; que asuman la conciencia de tener paciencia para enfrentar lo que venga y deben estar seguros de que la lucha contra el mal durará mucho tiempo. Un lapso que requerirá contar con la buena voluntad, el coraje y la paciencia de todos, puesto que la amenaza del letal virus tardará en disminuir o desaparecer, al margen de vacunas y remedios, debido al coraje, unión y solidaridad de toda la humanidad en una lucha que tiene que ser sin cuartel ni mengua de alguna clase.
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