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[Armando Mariaca]

EEUU dividido y Trump, “¿inocente?”


¿Cuánto mal se puede inferir a un pueblo cuando el libertinaje socaba los cimientos de la libertad? Cabe esta interrogante ante la conducta demostrada por el Congreso de los Estados Unidos que, prácticamente, declaró al expresidente Donald Trump inocente de todos los cargos señalados, con pruebas, por los fiscales. Al declarar tal “inocencia”, en el sentir de todo el mundo que ha sido testigo de tantas tropelías cometidas por el señor Trump y su final comportamiento que culminó con los ataques de sus partidarios al Capitolio, ha dejado estupefacta a la mayoría de los estadounidenses y a todos los pueblos del mundo amantes de la justicia, las libertades, la democracia y el respeto a los derechos humanos, por el craso, injusto, atrabiliario e indigno dictado de inocencia para quien ha causado tanto daño y, sentenciado a la vez, a todo el país que desde el año l776 ha practicado y respetado la justicia y ha sostenido, en todo sentido, la unidad como fundamento de la formación de ese país. Parte de ese pueblo (más de 70 millones de sus habitantes) votó el 3 de noviembre de 2020 por Trump haciendo ostentación de sus libertades; pero, es ese pueblo que fue testigo de tanto desmán y maldad de Trump, que hizo sufrir a miles de personas, maltrató a las mujeres, destruyó principios y normas del país, obstruyó a la justicia, debilitó la economía y la producción, cometió fraudes, no pagó impuestos, vulneró muchas leyes y demostró una conducta de tirano; practicó el racismo y no respetó los derechos humanos, hizo suyos los instintos y conductas de las bandas delincuenciales del Ku-Klux-Klan que desde siempre comete crímenes de toda laya como práctica racista y contraria a todos los derechos especialmente contra afro -americanos, latinoamericanos, hispanos, asiáticos y todas las personas diferentes a los blancos que se precian de ser “raza pura” sin que nadie haya comprobado eso por ser contrario a la moral y las leyes de la naturaleza.

Qué triste y doloroso es que el pueblo estadounidense haya sido sentenciado con el error cometido por su Congreso que, se creía, por tener mayoría parlamentaria los demócratas (hasta contando con el voto de la Vicepresidenta) condenaría a Trump por su conducta de cuatro años, por haber propiciado el asalto al Capitolio, por tener la ambición de ser presidente vitalicio (imitando conductas atrabiliarias, ególatras y bochornosas de dictadores de países del Tercer Mundo) y, sobre todo, por haber hecho tanto mal a su país y al mundo durante cuatro años. Dolorosa y condenable la conducta de quienes apoyaron al tirano y hasta se atreverían a pedir que vuelva a ser candidato en otras elecciones.

El pueblo libre, digno, soberano y respetuoso practicante de las libertades, la justicia y la democracia, seguramente vivirá dolido y conmovido por el bochornoso error que cometió el Congreso al declarar “inocente” a quien es considerado culpable de gravísimos errores que pesaran por mucho tiempo y, sobre todo, harán que Estados Unidos pierda la credibilidad y confianza del mundo reconociendo que el voto de más de 70 millones posiblemente se debió a la ignorancia de saber cuál sería el resultado de una administración tenebrosa de Trump; pero, el voto del Congreso fue consciente, conocedor de lo mal hecho y del desprestigio y pérdida de confianza en el país que ha quedado dividido, distorsionado, contrario a los principios de unidad y armonía; ese voto congresal es, pues, contrario al sentimiento y principios sustentados por millones de personas desde el mismo instante de haberse proclamado su independencia y haber abrazado las normas democráticas con la práctica y respeto a las libertades, la justicia y la democracia.

Al craso yerro del Congreso, quedan las interrogantes: EEUU, al verse dividido ¿podrá recuperar la fe y confianza de su pueblo y del mundo? Reconociendo su grave error, senadores y representantes, ¿cambiarán conductas y respetaran su Constitución y leyes para no cometer las mismas faltas en que incurrieron?

De todos modos, queda el precedente sentado por el país que era signo de fe y confianza que, ojalá no sea imitado por ninguna nación del mundo en que deben imperar las libertades, la justicia, la democracia y los derechos humanos.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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