El tema salarial siempre ha sido engorroso, tanto en dictadura como en democracia. Ahora es quizá más complicado, debido que el virus ha provocado encierros, cierre de empresas, despido de trabajadores, enfermos y miles de muertos, desde marzo del pasado año, hasta la fecha. Una realidad que jamás se había visto en la historia.
El tira y afloja, si nos remitimos al pasado, marcó situaciones de confrontación inútiles que evitaron toda aproximación en torno a la cuestión referida. Pero que ésta sería objeto de serio análisis y amplio debate, por los sectores involucrados en el asunto. Luego de prolongadas y agobiantes sesiones, las tensiones bajarían, por fin. Y se daría paso al entendimiento y la racionalidad. En ese marco surgieron los acuerdos, sin perdedores ni ganadores. Es que empleadores y empleados se requerían para avanzar a un mundo mejor. Y se requieren, en nuestros días, no sólo acá, sino en la región y el mundo, para producir, por el bien común.
“Los sueldos, como consecuencia del coronavirus, están por los suelos”, expresarán, en la actualidad, quienes viven de una remuneración. Quizá ésta haya perdido su poder adquisitivo y por lo tanto sea insuficiente para cubrir la canasta familiar. En una época, más que todo, en la que la educación de niños y jóvenes es virtual y que son utilizados, por consiguiente, instrumentos tecnológicos para incursionar en ella. Los precios de éstos, lamentablemente, se han disparado en los centros de comercio. Se han vuelto inaccesibles, como se ha denunciado, para los bolsillos de la mayoría.
Pero los empleadores también tienen problemas. Acá no se trata de una taza de leche, indudablemente. El “enemigo invisible” no sólo ha golpeado las aspiraciones de aquéllos, sino inclusive los intereses de éstos. Se indicó que, por efectos de aquél, 300 industrias cerraron sus actividades, de acuerdo con el dato proporcionado, en diciembre del 2020, por el presidente de la Cámara Nacional de Industria, Ibo Blazicevic. He ahí una pincelada de la situación empresarial.
“Estimamos que la cuarentena ha impactado negativamente en el 80 por ciento de las empresas; el 70 por ciento de las empresas no cuentan con financiamiento propio o alternativo para su recuperación y varios rubros reportan escenarios de alta gravedad”, afirmó, asimismo, en fecha 21 de diciembre pasado, el presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, Luis Barbery.
Otras empresas tuvieron que reducir su personal, ante la dramática situación económica. En este contexto, la Organización Internacional del Trabajo y el Instituto Nacional de Estadística coincidieron, con alguna diferencia, en señalar que, a julio del 2020, había alrededor de 250.000 desempleados en el país. Pero que a octubre habría descendido ese número, en criterio de la última institución. En medio surgió la apreciación del presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Rolando Kempff, quien aseguró que la desocupación en Bolivia afectaba a 400.000 personas. La declaración data de diciembre del pasado año.
En suma: debería primar el entendimiento y la racionalidad para resolver el asunto salarial. Ambas partes, empleadores y empleados, deberían ceder en sus planteamientos y asumir soluciones de acuerdo con la realidad económica del país. ¡Los tiempos no se prestan para intransigencias!
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