Como todas las naciones pobres, vivimos en Bolivia la angustia de una larga espera por las vacunas contra el coronavirus que, luego de una entrega de 20 mil unidades, sobre cuya aplicación no se conoce detalles, poco o nada se informa en relación con qué contratos se ha suscrito y con qué proveedores o fabricantes; luego, para cuándo está prevista su llegada y en qué cantidades; cómo se ha planificado su aplicación sin discriminaciones y diferencias que lastiman; en fin, hay preguntas que se hace la colectividad debido a que más son los rumores (que no son creíbles en su mayoría) que las informaciones oficiales que deberían ser continuas y atenidas a la estricta verdad, sin disimulos ni disfraces.
Luego de la llegada de las 20 mil primeras dosis, se dijo que habría informaciones pormenorizadas, pero hay mutismo absoluto en quienes deberían contar con todos los datos e informar a la población que vive pendiente de este problema, porque se tiene cifradas las esperanzas de que las vacunas impidan el aumento de víctimas. Hace pocos días se informó sobre el arribo desde China de un lote de vacunas que sería importante. Habrá que ver qué dicen los informes oficiales.
Hay casos de países vecinos que ya cumplen con la segunda dosis, aunque no en todas las personas que requieren inicialmente una primera. Es muy importante que las autoridades tengan en cuenta que no se puede hacer mayor daño al gobierno como al pueblo con informaciones basadas en el rumor o el comentario interesado y antojadizo y esto es lo que está ocurriendo por la irresponsabilidad de los que propagan falsos datos sobre la llegada y aplicación de vacunas porque se crea expectativas negativas que, en sus consecuencias, afectan al Estado y al gobierno, a más de producir mayor desconfianza en la población. Es, pues, necesario que, en el menor tiempo, se informe sobre este grave problema que inquieta e intranquiliza a la colectividad.
Circulan criterios equivocados en muchas autoridades que creen acertar en sus labores cuando ocultan información “para no intranquilizar ni preocupar al pueblo”; falso criterio, porque lo peor es ocultar la verdad y permitir que se expanda, distorsionada por datos falsos que causan mucha intranquilidad y angustia por un tema que es delicado, como es el de no aplicarse prontamente las vacunas que detendrían al coronavirus y se recupere la confianza. Es preciso que las autoridades, especialmente del sector salud, actúen con la premura necesaria y eviten rumores y comentarios ajenos a la verdad. El gobierno ganará más con la verdad que con disimulos, disfraces o espejismos que siempre son portadores eficaces para la creación de anarquía que podría derivar en caos.
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