De acuerdo con las leyes, el próximo domingo 7 de marzo se realizarán elecciones complementarias o auxiliares de las nacionales en todo el país y será el pueblo, mediante su voto, el que elija a gobernadores, alcaldes y concejales. Los grupos políticos se han esmerado en conformar sus candidaturas y, como ha ocurrido muchas veces, lo menos es que haya existido algún viso de unidad, desprendimiento, renunciamiento o abandono de ambiciones de los “proclamados” como candidatos, porque cada uno, en el colmo de su petulancia, ha creído ser el elegido, el providencialmente apto para ocupar cualquier función, sea en las gobernaciones o en las alcaldías. Cada uno hizo conocer sus “programas o planes” para el debido manejo de la dependencia a su cargo; por su parte, cada postulante a ser auxiliar o concejal de gobernador y alcalde también hizo ostentación de mostrarse apto para lo que tiene que cumplir.
Nuestros políticos no han aprendido las lecciones dejadas por quienes intervinieron en las elecciones recientemente pasadas y todos han demostrado creerse muy “capaces e inmaculados para desempeñarse debidamente”. Estas muestras de petulancia lo único que lograron es mostrarlos poco o nada confiables para el pueblo que, siempre confiado y de buena fe, espera que haya la suficiente honestidad, honradez y responsabilidad en los partidos y sus candidatos que sean elegidos para cumplir, siquiera medianamente, con los departamentos y las ciudades que deberán manejar, como apoyo decidido y responsable a todo lo que haga el gobierno del país, salvando, por supuesto, la autonomía dispuesta por las leyes y, sobre todo, cuidando y realizando obras que cada región o ciudad precisa.
Es muy importante que cada candidato tenga conciencia de lo que debe hacer si es elegido: que tenga convicción de haber merecido el cargo por voluntad del voto mayoritario, es sobre todo el fundamento de que debe ser de servicio, de entrega a la causa o razón de ser de todo lo que se coloca bajo su responsabilidad. No es una concesión gratuita o graciosa que se hace, es una prueba de confianza y a la vez un desafío que, al aceptarlo, se lo debe cumplir honesta y responsablemente, sin creer que el puesto o función a desempeñar es propiedad partidaria o personal, sino tomar conciencia de que es un conjunto de bienes colocados bajo custodia y competencia de quien, se supone, posee las condiciones necesarias para un buen servicio en pro de la colectividad.
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