Parte II
Continuamos con el relato de “Viaje al centro de la Tierra”, de Julio Verne. En determinado momento el sobrino se extravía en las profundidades del centro de la tierra y logra reencontrarse con su tío y el guía gracias a la iniciativa de haber seguido el curso de un arroyo interior. Al reencontrarse, una gran extensión de agua se extendía más allá de la vista. La orilla muy escarpada ofrecía las últimas ondulaciones de las olas, una arena fina, dorada, sembrada de esos pequeños caparazones donde vivieron los primeros seres de la creación. Las olas rompían contra ella con el murmullo sonoro propio de los espacio cerrados e inmensos. Una ligera espuma flotaba por efecto de un viento moderado y salpicaba la cara de los que estaban presentes. Sobre aquella playa ligeramente inclinada terminaban a unas cien toesas del borde del agua las estribaciones de enormes rocas que se elevaban como una campana a una gran altura. Algunos cortaban la playa con sus agudas aristas, formando cabos y promontorios mordidos por las olas. Era un verdadero océano, con el entorno cambiante de las orillas terrestres, pero desierto y de un aspecto horriblemente salvaje.
Al despertar Axel, su tío lo saluda y le dice: “Me apuesto a lo que sea, a que te sientes bien”. “Sí --contesta él--, y la prueba de ello es que haré los honores al almuerzo que quiera servirme”.
Al salir de la gruta Axel nada veía. Cuando pudo abrir los ojos, ellos estaban deshabituados a la luz.
Gradualmente se fue adaptando a esta realidad dentro de una enorme cueva. al mismo tiempo se preguntaba: ¿Qué son esas otras cavidades como la cueva del Mamut en Kentucky o la del Guachara en Colombia?
El tío lo invita a dar un paseo y en esa tarea se encuentran con un bosque elevado, frondoso y espeso, era un bosque de hongos, eran blancos de treinta a cuarenta pies de altura. Haciendo un recorrido encontraron que no solo había los hongos gigantes, también se hallaban otros árboles de follaje, los cuales no permitían el ingreso de la luz. La explicación del tío: «He aquí toda la flora de la segunda era del mundo, del periodo de transición».
Para salir del lago gigantesco en el que se encontraban, construyen una balsa con la cual llegan a tierra firme. Pero virtualmente era un lago infinito. Durante la travesía son atacados por ballenas y cocodrilos gigantescos. Pero la calma vuelve. Al llegar a este punto hacen un cálculo de cuánto han recorrido, algo más de 1.500 Km desde Puerto Grauben y se encuentran a casi 3.500 Km de Islandia, debajo de Inglaterra.
Después de sobrevivir una tormenta, consultando con sus instrumentos de viaje, han llegado a un cementerio prehistórico y finalmente se topan con una calavera humana.
Con esa señal deciden abrir un boquete en la pared que los detenía hacia la salida y se encuentran virtualmente muy próximos al punto de partida.
La misión había concluido con éxito.
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