Edwin Vargas Vargas
Mejorar los procesos de enseñanza, de investigación y trabajar en pedagogías alternativas son los principales retos ante la nueva normalidad de la educación.
El distanciamiento social por causa de la expansión del Covid-19 ha provocado que todos los sectores estén enfrentando nuevos retos y el campo educativo no fue la excepción. En la medida que este nuevo virus se fue introduciendo en el país, las autoridades determinaron que lo primero que se suspendería serían las clases presenciales en todos los niveles, generando incertidumbre sobre cómo continuaría avanzando el proceso de enseñanza.
Ante esta nueva realidad, los colegios, escuelas, universidades, centros de capacitación fueron desplazados por pequeños espacios habitacionales en donde los estudiantes pasan clases y se comunican con sus docentes a través de una pantalla, correo electrónico o mensajes de texto.
Se puede observar que las instituciones educativas del país no estaban preparadas para un cambio tan rápido en la enseñanza, aunque hubo algunas que tuvieron que enfrentar desafíos mayores para continuar con sus procesos a distancia, como la adaptación que los profesores tuvieron que hacer en sus clases para continuar.
Esta pandemia agarró a todos por sorpresa. Los que tenemos más tiempo trabajando con la educación a distancia logramos hacer una movilización rápida, pero la cantidad de cosas que teníamos que cambiar implicó un gran trabajo.
El futuro nos llegó de un día para otro, queramos o no queramos. A los que estábamos inmersos en el cambio nos ha ido mejor, y los que no, se han enfrentado a varios problemas. El cambio les costó mucho a los docentes, además la inestabilidad en el servicio de internet pone en aprietos a los profesores, algunos han tenido que contratar dos servicios, y hacer una serie de adecuaciones.
Ante esta nueva realidad el reto está en adaptarse rápidamente a una nueva forma de interacción (escuelas, profesores y alumnos), donde la enseñanza se envíe y se reciba bajo dinámicas diferentes, a través de cursos más didácticos y que no sólo impliquen estar observando una pantalla.
Al comenzar esta etapa, fue intensivo el uso de video con enlaces porque no estábamos preparados para una experiencia más asíncrona; pero esto genera cansancio, estrés, ya que agota estar enfrente a una computadora por varias horas en un día. Y es un reto poderlo gestionar, tanto para profesores como para alumnos. Por otro lado, el contexto de que estás encerrado, que no puedes dormir, no tienes interacción física con tus amigos o con otras personas, genera también un estrés en alumnos y profesores que las instituciones de educación deben atender.
En diferentes instituciones educativas han realizado adaptaciones en los cursos, se disminuyó el tiempo de clases en línea y se reforzó con aprendizaje activo asíncrono, sin sacrificar los conocimientos.
“Por ejemplo, normalmente una clase dura 45 minutos, lo que buscamos fue disminuir el tiempo de actividad síncrona, es decir, no dar 45 minutos de enlace en vivo y en su lugar dar sólo 30 minutos para que el resto de la clase sea con actividades asíncronas”. Hoy la tecnología nos permite entregar experiencias de aprendizaje digital, remoto, en línea, que enriquecen el proceso de enseñanza y son útiles para poder aprovechar la situación y seguir con el proceso académico.
Asimismo, el proceso de evaluación también se lo tuvo que modificar, haciéndolo más acorde a la situación y empático a las necesidades del alumno, sin sacrificar ni la calidad ni la exigencia.
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